Cuando llegué a casa, luego de salir del trabajo de Mariel, logré hablar con Chiara. –Lamento lo de tu muñeca. –No, es lo de menos. Lo bueno es que Mariel está bien. Ese hombre me dio un gran susto. Dijo que era amigo tuyo, ¿suele ser así? –No, no lo sé. Nada de ese hombre conozco ya. Supongo que no era así.–Tenía al pequeño entre mis manos, jugaba con mi corbata, le encantaban–. ¿Qué tiempo tendrás eso en tu mano? –Tan solo un par de semanas, no es tanto. –Todo lo que necesites, dime, estamos aquí al lado. –Gracias, pero… esta madrugada Davide estaba aquí–¡Su esposo! No oculté mi expresión de asombro, eso era una gran sorpresa, jamás lo había visto, ni una sola vez desde que Chiara vivía aquí–. Vaya… Eso ¿es algo bueno? Es decir, con todo el tiempo que lleva desaparecido, ¿es alg