Recuerdo claramente el día en que Rafael me dijo que debíamos abandonar nuestro proyecto conjunto. "Tenemos que olvidarlo todo, Tobías", esas fueron sus palabras a través de una llamada, en medio de la noche y sin más explicaciones, dando por terminado un proyecto que llevábamos planeando desde hace casi dos años. Yo, ingenuo y confiado, creí que era el fin de nuestro sueño. Él no había conseguido un financiamiento necesario y con eso nos quedábamos estancados. O al menos eso era lo que yo pensaba. ¡Qué sorpresa me llevé! Su esposa sí le había dado el dinero, pero le pidió que tan solo lo hiciera él, sin mí. ¿Cómo lo supe? Lina me lo confesó, un par de años después, cuando nos encontramos y le dije lo mucho que me había afectado que él me dejara fuera y entonces ella me explicó lo