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Catalina

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Catalina kiros:

La vida ha sido algo dura con Catalina. Se enamoró a los 15 años de uno de los jóvenes con dinero de su pueblo, y para suerte de ella, este le correspondió. Para Cristian, quién tenía 18 años, Catalina se volvió su centro, lo hacía muy feliz, lo hacía sentir vivo. Sus suegros nunca la aceptaron, solo por ser pobre, pero aun así tuvieron que respetar la decisión de su único hijo.

Cuando Catalina cumplió la mayoría de edad, se casaron. Este hecho revolucionó todo el pueblo. A los meses, la feliz recién casada quedó embarazada y para la dicha de Cristian, sería un varón, el cual sin dudarlo Catalina le puso el nombre de su padre, Cristian Junior Michell.

La vida le hizo una mala jugada a Catalina. Una noche oscura, donde caía un torrencial aguacero, su amado Cristian tuvo un accidente de auto donde perdió su vida. Catalina lloró con toda su alma, pues con tan solo 19 años, y un hijo de 5 meses, había quedado viuda.

Sus suegros lloraron con ella, solo en esta ocasión la abrazaron y la hicieron sentir como una más de la familia. Hasta que unas semanas después, Catalina descubrió sus verdaderas intenciones. Querían quitarle lo único que le había quedado de su único amor, su hijo Cristian.

Catalina no necesitó del permiso de sus suegros, esta, decidida tomo lo que pudo y una mañana cuando estaba sola en la gran mansión, huyó. Se fue lejos del pueblo donde creció, dejó atrás todo lo que la ataba a la familia de su amado Cristian, y con el dolor de su alma, también lo dejó a él, pues sabía y tenía muy claro, que jamás podría volver a visitar su tumba, o por lo menos hasta que su hijo fuese un adulto responsable.

Ahora Caratlina ya no es una niña, tiene 25 años, con un hijo de 6 años que es la viva imagen del difunto padre.

¿Quieres conocer la historia de Catalina?

¿Te animas a saber todo lo que ha pasado para poder brindarle una vida de calidad a su hijo? Y sobre todo

¿Estas preparada/o para conocer que nuestra Catalina no es tan dulce e inocente como todos piensan?

Secretos, Mentiras, Pasión, Amor, Dolor. Así es la vida de nuestra Catalina Kiros.

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Capítulo 1
-Mamá, mami- unas pequeñas manitos me dan unos leves golpes en mi cara. -Mmmm- es lo único que respondo. -Mami, ya salió el sol, ya es de día, levántate por favor- -Cris, cariño, son las 6 de la mañana ¿Qué pretendes hacer a estas horas?- Siento como un pequeño cuerpecito se mete dentro de mi edredón y me abraza. -Hoy es sábado mami, vamos hacer algo divertido- -¿Qué te parece si dormimos un poco más?- preguntó con burla. -No quiero dormir, quiero hacer cosas divertidas- me aprieta los cachetes. -Vamos Cata, levántate- Suficiente, me levanto de un solo movimiento y comienzo hacerle cosquillas a mi pequeño Cris. Este se ríe de manera descontrolada, pidiendo entre gritos y risas que me detenga. -¿Cómo me dijiste?- pregunto mientras sigo haciéndole cosquillas. -Mamá, te dije mamá- No paro, sigo con mis manos picoteando su cuerpo. Él sabe que no debe de llamarme Cata. Realmente no me molesta, más bien me da nostalgia porque así me decía su padre que en paz descanse. Era el diminutivo que siempre usó conmigo, una vez, se lo conté a mi bebé, y desde ese entonces, cuando me niego a hacer algo que me pide, me llama así, como por ejemplo en estos momentos. -Mamá para- me exclama ya a gritos, y es allí cuando me detengo y lo abrazo para llenarlo de muchos besos. -Así aprendes a no llamarme como tu padre- lo beso y me levanto de la cama -Vamos, levántate, vamos a lavarnos los dientes- -Mamá, yo ya fui al baño hacer mis necesidades, la que falta eres tú- me responde con un tono de reproche ¿en qué momento creció este niño? Cada vez me deja más sorprendida de lo independiente que es. Lo miro con una sonrisa y le lanzó un beso. -Ok señorito, entonces espere aquí por mí, no tardaré- mi pequeño se acomoda en mi cama, enciende la televisión y se pone a ver sus caricaturas. Voy hacia el baño, me desprendo de mi pijama y comienzo a darme una ducha rápida para despertar mi cuerpo. Pienso en lo que se ha convertido mi vida en los últimos 6 años, nunca imaginé pasar por todo lo que he pasado, jamás pasó por mí mente haber quedado viuda tan joven yel haber perdido a mi amado Cristian. Lágrimas salen de mis ojos mezclándose con el agua, lo extraño, me ha hecho muchísima falta. No ha sido fácil para mí criar sola a mi pequeño, el tener una doble vida para así darle lo mejor. Sé que él necesita de un padre, sé que anhela tener una figura paterna en casa, pero me es imposible cumplirle eso ahora. Mi corazón duele aun por la repentina partida de su papá, desde que la vida me lo arrebató, no he podido abrir mi corazón al amor. Únicamente me he concentrado en mantener la vida que tengo para así darle lo mejor a mi pequeño, y el único amor tengo para dar, es el que le doy a él a diario. Odio las miradas que me juzgan, odio que sientan lástima por mí cuando saben que soy viuda, detesto que murmuren de mi vida, y aun así lo soporto, lo aguantó, y todo sea por mi hijo, pero lo que jamás permitiré es que se metan con mi pequeño. Pobre de aquella persona que lo vea mal, que diga algo de él, o que se burle, ese día conocerán que detrás de una cara bonita, tierna, y delicada, se esconde una mujer capaz de arrazar con todo a su paso con tal de defender a tu hijo. Salgo de la ducha, me lavo mis dientes y vuelvo a la habitación. Lo que veo me roba un suspiro, mi pequeño, el que hace unos treinta minutos atrás me despertó con exagerada alegría, se encuentra dormido con el control de la televisión en la mano. Me acerco de forma cuidadosa, desactivo el sonido de esta, y voy hacia donde está la razón de mí vivir y lo arropo. Siempre es así, siempre los fines de semana que no hay escuela, se levanta bien temprano eufórico para hacer miles de cosas, y termina durmiéndose a los minutos, por eso me tardo un poco más en la ducha a propósito para que se aburra y se duerma, suena mal, pero no lo es, él necesita descansar un poco más, luego tendremos todo el día para salir y disfrutar de nuestro fin de semana. Apagando la luz, salgo de la habitación y me voy hacia la cocina, allí comienzo a preparar café, enciendo la cafetera y colocándole el agua y la sustancia negra que me aviva el día, dejo que esta haga todo el trabajo. Voy al balcón con mi teléfono y comienzo a revisar mis notificaciones. Tengo varias, incluso muchos w******p de mis clientes, bufo, ni siquiera los sábados me dejan tranquila. Suspiro viendo el sol salir desde lo lejos. Pienso en el futuro, pienso si mi hijo cuando sea un adolescente o un adulto, deje de amarme cuando se entere lo que soy, o lo que fui. Tengo planes, estoy reuniendo todo lo que puedo para así tener mi propio negocio, en estos momentos cuando tengo 25 año, que soy joven, de buen cuerpo, cara bonita y mi rostro está fresco aun, sé qué puedo seguir con mi estilo de vida, pero ¿cuándo tenga 30 años? ¿Cuándo las arrugas se hagan presentes en mi rostro? ¿Cuándo dejé de ser una "carne fresca"?, Suspiro. Por ese motivo es que estoy guardando el dinero que me gano, aun cuando vivimos muy bien, y no estamos con carencias, esa es mi meta, no creo que se vea bien ya siendo una mujer mayor hacer lo que hago, en realidad no creo que nadie vea bien a la edad que sea hacer lo que yo hago. Pero es la vida que me tocó vivir, llegar a un país nuevo, sin estudios, sin dinero, y sin una familia que te apoye, con un niño de meses que necesita muchas atenciones y comodidades, te empujan a esto, te llevan a tomar decisiones que a los ojos de los demás no están bien, pero estoy segura que si nos ponemos a escuchar una parte de la historia, comprenderíamos el motivo se esas decisiones; pero también sé que hay personas que les importa un pepino escuchar y prefieren murmurar, hablar y señalar. El olor a café recién hecho me hacen voltear mi vista, veo el lugar donde vivimos y realmente no está para nada mal, tengo un apartamento lo suficientemente espacioso, lleno de todos los lujos y comodidades, nunca ha faltado la comida, y mucho menos el lujo. Mi hijo va a uno de los mejores colegios de la zona y ambos nos vestimos siempre a la moda, pero ¿a qué precio? ¿A qué costo Catalina? Con la cara desencajada camino hacia la cafetera, me sirvo una taza del caliente café y comienzo a beberlo mientras preparo el desayuno de ambos. Una hora más tarde, tengo ya la mesa servida, prepare unos huevos revueltos, junto con unas rebanadas de pan tostado y jugo de fresa natural. Siempre he sido de las que le da a su hijo la comida más sana que pueda haber, trato de evitar las gaseosas, los dulces, la comida chatarra, únicamente en ocasiones especiales es que le permito comer esas cosas. Soy una mamá un poco sobreprotectora lo sé. Mi pequeño Cris me dice “mamá no seas tan controladora” y yo me río de eso, si él supiera todo lo que tuve que pasar para llegar hasta donde estamos, me entendería aunque sea un poco, pero eso será cuando sea un hombre adulto. Mirando la comida, pienso cuando una vez quedamos en la calle, Cristian tenía apenas 1 año, y por no pagar a tiempo la renta el dueño no le importo echarme a la calle. Camine durante horas buscando un lugar cálido y seguro a mis ojos para pasar la noche, llevaba a un bebe de brazos junto con una pequeña maleta, llegué a una pastelería que aún tenía sus luces encendidas por dentro aunque estaba el cartel de cerrado en la puerta. Me senté en un banco que tenía allí mismo al frente, y abracé a mi pequeño que se había quedado dormido por la larga caminata, a través de mi cuerpo le ofrecía calor, mientras yo temblaba de frío. Sentí la puerta abrirse y cuando voltie mi rostro estaba un señor mayor que me invitó a pasar con mucho cariño, no dude en aceptar su propuesta, era eso, o pasar la noche en la calle. Su esposa me recibió y me invitó a sentarme en una de las sillas de la pastelería, se presentaron con amor, allí conocí al Señor Franco y Margarita; un matrimonio de más de 30 años. Me dieron comida caliente, me ofrecieron una cama donde dormir, pues en la parte de arriba vivían. Esa noche conocí que también hay personas buenas en el mundo, ese día Franco y Margarita se convirtieron en mi familia, en los padres que nunca tuve, en los abuelos de mi hijo. Al otro día, me ofrecieron trabajar con ellos en la pastelería, lo cual acepte muy emocionada, podía trabajar, y tener a mi pequeño del otro lado en un corral seguro. Cris creció llamándolos abuelos, ellos de inmediato lo trataron como su nieto de sangre, y a mí, me trataron como su hija. Tiempo después supe que ambos tenían una hija, un poco mayor que yo, la cual murió en un accidente junto con su hijo, ese día lloramos todos, pues yo les confesé que también había perdido a un ser amado. Al pasar de los años, nos volvimos más unidos, tanto así que las personas que no nos conocian pensaban siempre, y aún piensan, que realmente soy su hija de sangre. Al año, comencé a trabajar en lo que hasta el sol de hoy hago, al principio lo hacía con ganas, encantada, me fascinaba, pero al pasar de los años, y ver a mi hijo crecer, me he cuestionado mucho si lo que hago es correcto. Bajo presión, les fui sincero a los padres que la vida me dio, llore ese día contándoles toda la verdad, nunca me juzgaron, nunca me señalaron, y mucho menos me hicieron sentir menos. En cambio, me apoyaron y me aconsejaron, aún recuerdo las palabras de Franco “solo tú tienes el poder de detenerte y dejar esa vida”  esas palabras han calado en mi corazón,  ciertamente yo soy la única que tengo el poder de salirme, pero he adquirido un estilo de vida tan costoso que me da miedo que todo se derrumbe y mi único hijo pase trabajo por mi culpa. Suspiro, por mi culpa también mi bebe recibe algunas miradas de reproche, pero de parte de los adultos del colegio, todos cuestionan el como p**o el colegio si soy una simple pastelera, todas las madres chismosas y metiches murmuran cuando me ven bajándome de mi gran camioneta cuando llevo a mi hijo, ellas  creen que no lo noto, y aun cuando las cacho murmurando, no me importa, porque están hablando es de mí, pero pobre de alguna de ellas si se meten con mi hijo, conocerán que esta mujer dulce que viste ropa cara de extraña procedencia, puede ser una asesina si se meten con su hijo. Mi pequeño muchas veces me ha preguntado por mi trabajo, y siempre le digo lo mismo “trabajo con los abuelos Franco y Margarita” y no es mentira, pero sé que es muy inteligente y también se sorprende que los abuelos me paguen tanto dinero. -Mami, ¿comemos?- se me acerca mientras frota sus ojitos. -Por supuesto mi vida, vente- lo ayudo a sentarse en la silla del comedor. -¿Quieres ir después de desayunar a la pastelería a saludar al abuelo Franco y a la abuela Margarita?- -Me encantaría mami- con la boca llena me sonríe. -Pero, sin abusar de los pasteles Cristian Michell – -Usas tu tono serio – -Es porque hablo muy en serio, y quiero que me comprendas- le hablo mientras bebo de mi café. -¿Solo un cupcake?- -Solo uno mi corazón- le sonrío y le lanzó un beso. Seguimos desayunando en silencio, mientras escucho que mi teléfono no para de sonar con notificaciones, lo ignoro, es fin de semana y es dedicado enteramente a mi bebé. Luego de terminar de desayunar, nos vamos a lavar los dientes y a cambiarnos de ropa para ir a la pastelería de mis padres. Opto por ponerme un pantalón de mezclilla corte alto, junto son una camiseta blanca ajustada por dentro, me colocó mis tenis blancas, me maquillo sencilla, pero me aplico labial rojo, unas argollas doradas, una pequeña cadena con la inicial C, en honor a mis dos amores, y mis lentes de sol negros, tomo mi bolso donde me aseguro que esté mi billetera, con las tarjetas, efectivo, antibacterial, una pequeña bolsa de maquillaje, un perfume pequeño, mi cargador de teléfono y las llaves de mi camioneta, estas las llevo en mano junto con mi teléfono. -Cris, ¿listo?- grito en medio del pasillo. -Listo mamá- lo veo salir vestido y un suspiro se escapa de mi boca. ¿Acaso este niño no puede ser más guapo? Está vestido con una camiseta de mezclilla, unos pantalones negros ajustados, sus deportivos azules y su gorra negra, junto con unos pequeños lentes de sol negros también, y un aroma delicioso a perfume de hombre caro que le compre hace poco. -¿Por qué me miras así?- pestañeo mientras me río. -Nada, solo que no puedo evitar admirar tanta belleza. ¡Dios niño! Eres un hombrecito muy guapo- me acerco a tomar su mano -Vamos, los Abuelos nos esperan- Salimos del departamento, y caminamos hacia el pasillo a esperar al ascensor. Una vez que las puertas se abren, adentro se encuentra Paolo, nuestro vecino de arriba. Es un hombre bastante guapo, piel tostada, sonrisa perfecta, cabello castaño y un buen cuerpo trabajado. -Buenos días Catalina y Cristian- nos saluda cuando entramos al ascensor. -Buenos días Paolo- responde mi bebé. -Buenos días, ¿Cómo estás?- le pregunto. -Bien, gracias ¿y tú?- -Muy bien, gracias- eso es todo. Siempre es así con él, y esto se debe a que conozco que quiere salir conmigo, y cuando los rumores se esparcieron, se volvió loco y se puso más intenso conmigo. Siempre le he dicho que no, y no porque sea feo, en cambio, está bien bueno, pero cuando note que quería salir conmigo solo por lo que se enteró, y no por lo que realmente soy, lo descarte de inmediato. Una vez que estamos en planta baja, tomo la mano de mi bebé y caminamos juntos al estacionamiento para buscar nuestra camioneta. Siento los pasos de Paolo también detrás de mí, pero no le doy importancia. Cuando llego, quito el seguro de mi Land Rover negra y subo a Cris en su lugar en la parte de atrás colocándole el cinturón, cierro la puerta y abriendo la puerta del piloto, acomodo mi bolso en el otro asiento, justo cuando me voy a montar escucho la voz de Paolo llamarme. -Catalina, ¿te gustaría salir esta noche?- me pregunta mientras se acerca, me volteo y enciendo la camioneta junto con el aire acondicionado para que mi pequeño no se ahogue del calor, luego me volteo cerrando la puerta. -Dudo que eso pueda pasar Paolo, es fin de semana y sabes que me dedico a pasarlo con Cris- le respondo de manera mable. -Siempre me dices lo mismo Catalina ¿a qué le temes?- se acerca un poco más. -Yo a nada Paolo, aquí la pregunta sería ¿Qué quieres realmente de mí?- me cruzó de brazos perdiendo ya la paciencia. -Lo que todos quieren Catalina- me alza una ceja, y aguantó no estrellarle mi puño en su cara perfecta. No lo hago porque esta mi hijo presente, aun cuando esta distraído en su tableta de juegos, sé que esto no pasaría desapercibido, y segundo, no le daré a demostrar a este idiota que sus palabras me lastiman. -Entonces has lo mismo que los demás Paolo- -¿Pagar?- -No, esperar sentado- le sonrío y sin darle tiempo a responder, me monto en mi camioneta cerrándole la puerta en la cara, ajusto la marcha y salgo de allí sin voltear a verlo. Cretino, ¿Qué se cree? -¿Todo bien mami?- me pregunta mi bebé. -Todo bien cariño- le lanzó un beso y me dispongo a manejar hacia la pastelería de mis amados Franco y Margarita. Paolo no me arruinara el día Media hora de camino y ya estamos en el centro de la ciudad, es aquí donde las personas que más amo, después de Cris, tienen su pastelería. Aparco el auto cerca, apago la camioneta y quitando los seguros, tomo mi bolso, las llaves y mi teléfono, me bajo y voy a la puerta trasera a ayudar a mi bebe a bajarse. -Vamos pequeño- este sale y me espera en la acera de la calle mientras cierro con seguro la camioneta. Volteo a tomar su mano y ambos caminamos unos metros para estar en la pastelería. El lugar es hermoso, sus paredes están pintadas de un hermoso color rosa pastel, combinado con un rosa viejo. Cuenta con un total de 6 mesas con 4 sillas cada una, tiene una pared entera de flores de papel en color morado y en el centro el nombre de la pastelería, Pastelería Margarita” en letras doradas y en forma cursiva. Hay algunas plantas artificiales, algunos cuadros con rosas colocados al azar y el mostrador de cristal enseñando todos los dulces y pasteles creados por estos dos señores. -Mi niña hermosa, Bienvenida- sale Margarita a recibirme. Nos abrazamos y me llena de besos -Mi bebé, que guapo estas- ahora me suelta y se lleva en los brazos a su amado nieto. Amo estos momentos, amo la familia que Dios me permitió tener y amo que a pesar de todo lo malo, cuento con ellos hasta el final.

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