PERSÉFONE

1668 Words
Mi nombre es Hades, rey supremo del inframundo y soberano gobernador del tártaro. Muchos me temen, y es algo que no me molesta en lo absoluto, ser odiado ha sido un pasatiempo divertido para mí. Soy alto, diría que el más alto de mis hermanos, Zeus y Poseidón de quienes no tengo ni la más mínima idea de donde puedan estar. ¿Me considero Bello? ¡Por supuesto! No es necesario preguntar, las mujeres me lo dicen con su mirada. Mi piel es pálida y no porque yo lo decidí, hay una historia y es algo graciosa. Cuando era un bebe mi padre “Cronos” nos tragó a mí y a mis otros cuatro hermanos por miedo a una profecía de Urano. Cada uno obtuvo tonos diferentes de piel y luego fuimos rescatados por el "heroico Zeus". Luchamos en contra de nuestro padre, lo derrotamos y nos dividimos el mundo. Zeus el cielo, Poseidón el mar y yo el inframundo, mis hermanas también tuvieron sus regalos en la tierra ¿En qué estaba? Ah, sí, algo de mi mayor atractivo es mi cabello, largo, sedoso y cuando me enfurezco se prende con llamas azules. Mis ojos son negros como la noche sin luna. Además, también pueden ser azules si llevo al máximo mi poder. Les digo, soy un Dios. Todos mis rasgos faciales son finos, mis labios son gruesos y tienen diferentes sabores, diría que soy mejor que Narciso, sólo que no me ando presumiendo. Me ejercito mucho, mi cuerpo necesita sentir mis músculos arder. Algo que amo es torturar a las almas condenadas, si lo piensan bien yo no soy el malo, son ellos quienes por sus acciones van al inframundo. Deberían de portarse bien si no quieren que Hades los castigue. Algo que odio, las flores, pero eso cambió cuando vi a Perséfone y todo en mi pequeño y condenado mundo dio un giro de 180°. Le entregué todo mi amor y ella se entregó a mí, fue una linda época. Perséfone siempre ha sido mi único y verdadero amor. Pero los finales no siempre son felices, saben. Una loca llamada Atenea, me maldijo porque nunca le hice caso y me dio el peor de los hechizos. Por mi beso, Perséfone muere a los tres meses, fue el peor dolor que he vivido, perderla en mis brazos. La siguiente vida lo intente de nuevo, intente acabar con esta maldición y darle una solución, pero todo siempre tenía el mismo final. Yo la besaba y ella moría. Me canse de perderla, me canse de sufrir y decidí ignorarla para que ella tenga una vida plena y feliz lejos de mí. Ahora el destino es muy gracioso, después de mil años de ignorarla la pone en mi camino ¡Como mi asistente! Quiero alejarla de mi lado, pero al mismo tiempo quiero que esté conmigo. Es una situación muy difícil en la que estoy, no quiero que muera por mi culpa y tampoco quiero que se vaya. En fin, esa es mi historia, condenado a amarla en silencio, maldito en el amor y perdido en las sombras ¡Se me olvidaba! También hago pequeños favores para los humanos, un favor a cambio de otro, ustedes entienden. - Sí quieres saber como se desarrolló mi historia con Perséfone en la actualidad. - sirve algo de Ron, cruza sus piernas y vuelve a decir con su característica ironía y sarcasmo. - entonces no te la pierdas porque nos vamos a divertir y mucho. - sonríe fascinado. ..... Con un traje formal impecable color n***o que resplandecía en todo su cuerpo, camisa blanca, una corbata oscura, zapatos brillosos hechos a su medida y un maletín de cuero, Hades con su actitud seria y misteriosa baja del carro que tiene un adorno de dos caballos negros con ojos rojos justo en la delantera. Alto, de tez pálida, tan pálida que pareciera que brillara con la ayuda del sol, aunque su aura era oscura y algo perversa, seguía siendo bello. De cuerpo atlético y tonificado. Rasgos finos, de nariz respingada, ojos oscuros como la noche y de labios gruesos. Su cabello largo y sedoso juega con el viento, siendo su mayor atractivo con las mujeres. Cada paso que da es una huella que deja en el suelo, las manos se mantienen firme mientras sale del coche con la ayuda de Caronto, su chofer a quien trajo del inframundo para que lo sirva fielmente. Él lo sigue a todos lados, le debe respeto y agradecimiento por traerlo consigo, aunque Hades no ha sido el mejor amo, siempre se ha mantenido fiel a sus peticiones. Hades mira su mayor logro, una empresa que a montados por siglos y que seguirá por más tiempo “Hades Θεός του κάτω κόσμου” que en griego quiere decir “Hades, Dios del Inframundo”. Camina hacía dentro y todas y todos sus empleados se fijan en él. Para las mujeres le es imposible no suspirar o sonreír, lo comparan con un Dios del olimpo, en realidad lo es, pero no el bueno de todos sus hermanos. Él fue rebelde, temido y hasta odiado por todas sus acciones. - Buenos días, amo Hades. – dicen algunas muy coquetas mientras Hades camina como todo un Dios por los pasillos. Hades pasa sin saludar a nadie hasta llegar al ascensor, Caronto lo espera y presiona el botón para poder entrar, hasta acompañarlo al último piso, que es donde está su elegante oficina, donde puede ver toda la ciudad, sentirse como un Dios es lo que necesita, saber que, a pesar de no estar en su reino, él todavía tiene control en la actualidad. - Amo Hades, las asistentes para el puesto están aquí. – dice su secretaria que por poco tira baba al verlo. - Hazlas pasar una por una. – comenta Hades con voz profunda sin siquiera verla. Camina ignorando por completo a las candidatas para el puesto y se encierra en su oficina. La secretaria llama a la primera mujer y le permite el acceso. Hades la observa de pies a cabeza, de cabellera negra y larga que pareciera caer de sus hombros como una cascada, sus ojos son marrones, de piel blanca, unos labios candentes, cintura pequeña, nariz respingo y dientes rectos. Lleva un conjunto muy atrevido, siendo solo una entrevista ¿Para qué venir vestida de esa forma? Ya tiene mujeres que trabajan para él y son coquetas, no quiere más acoso, quiere un personal que esté dispuesto hacer bien su trabajo y no a soñar con su amo devorándolas de placer en la cama. - Te llamaremos, para decirte si estas contratada o no. – dice Hades con su voz profunda y le enseña la puerta con sus manos para que se retire, ella asiente con una gran sonrisa coqueta y se va. La siguiente en pasar es una de cabellos dorados como el oro, les llegaba a los hombros, sus ojos eran azules y de piel muy blanca e incluso más que la otra y de rasgos finos. Sus ropas no eran atrevidas, pero su escote estaba muy grande que lo único que hacía era mover sus senos en toda la entrevista, llamado la atención de Hades. Otra a acosadora, pensó él - Te llamaremos, para decirte si estas contrada o no. – repitió las mismas palabras que le dijo a la anterior muchacha e indicó que se fuera. …. - Por favor, déjeme pasar es mi turno para la entrevista. – dijo Perséfone al ver que la secretaria se lo estaba impidiendo a toda costa. - Lo siento, pero hay una regla. El amo Hades no permite cerca a ninguna mujer llamada Perséfone. – dijo la secretaria tratando de explicarle la situación. – No me quiero meter en problemas, ni mucho menos desafiarlo al romper su regla, por favor retírate. - Le diré que pasé a la fuerza, sobre ti, pero déjame entrar. – suplicó. – necesito el trabajo ¿Acaso no tienes familia? O ¿Acaso no comes? - Perséfone estaba dispuesta a entrar, utilizando sus habilidades de compasión. La secretaria lo pensó y por un momento deseó no ser ella, no ser Perséfone. El nombre estaba maldito en la empresa, estaba maldito por su amo. Le daría el acceso de todos modos no la iban a contratar, pensó. - De acuerdo, pasa, pero si dice algo, le dirás que pasaste sobre mí. Perséfone sonrió y se lo agradeció. Se acercó a la puerta lista para pasar y regresa a ver atrás, donde la secretaria le hace una amenaza de muerte con su mano si ella no dice que pasó a la mala. Perséfone asienta su mirada, le sonríe una vez más y pasa cuando escucha la voz de Hades permitiendo su acceso. Hades estaba revisando en su laptop muy tranquilo, subastando artefactos en líneas, no importaba la cantidad de sus contrincantes, él siempre gana, tiene dinero de sobra y que hablar del poder, es un poder que va más allá de una persona, un poder sobre natural, un poder de Dios. Tiene su propio museo en la mansión, pero necesita más cosas para llenarlo, artefactos que pueden llegar hacer poderosos y que ningún humano sabrá como utilizarlo. Alza su mirada y ve caminar hacia él a una joven mujer encantadora que no paraba de sonreír con amabilidad. Sus cabellos eran como el fuego ardiente y capaz de incendiarlo todo a su paso, sus ojos verdes como la naturaleza cuando florece, su piel blanca y de porcelana, alta, delgada. De rasgos finos dientes perfectos y labios gruesos. Llevaba un atuendo sencillo, una camisa de tela verde y pantalones negros, no mostraba de más y tampoco menos. - Toma asiento. – dice Hades curioso por verla, teme que le diga su nombre, pero aun así lo intenta. - ¿Cómo te llamas? - Perséfone. – comenta ella con una dulce voz de amabilidad y extiende su mano para saludarlo. Hades palidece un poco y su mente lo lleva al pasado.
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