Perséfone abrió sus ojos, hoy era el último día de plazo que le dio Hades para sus flores. Se puso de pie y bajó las escaleras a toda prisa. Hades estaba en la cocina bebiendo algo de café que él había preparado y la vio correr rumbo al jardín en pijama. Perséfone llegó al sembrío, inclinó su cuerpo y buscó algún brote. Con la ayuda de sus manos empezó a barrer la tierra. - ¡Están vivas! – dijo entusiasmada por ver a sus flores crecer. Hades salió calmado a ver que sucedía, en su mano llevaba una taza de café y le dio un sorbo desde la entrada. - Así que crecieron. – dijo caminando hacia Perséfone. – No te pongas triste cuando se mueran, dudo que lleguen a florecer. – volvió a decir con arrogancia. - Lo harán. – habló Perséfone muy segura. – van a florecer y usted amo Hades, se dis