- Con cuidado, con cuidado. – hablaba Hades mientras llevaba en sus brazos a Perséfone hasta la habitación. – apoya tu cabeza en mi pecho para que no te golpees. – volvió a decir y puso a Perséfone sobre la cama. - Gracias, pero no era necesario que me trajera en sus brazos, amo Hades. Yo me encuentro muy bien y tantos mimos me dan nauseas. – dijo Perséfone ante la actitud tan extraña de Hades. - ¡Tonterías! Acabas de recibir una bala. – agachó su cuerpo y acomodó la almohada. – supongo que con estos cuidados vas a estar de maravilla. - Mi cicatriz no es muy grave, no es necesario tantos mimos. - Me lo agradecerás algún día. – Hades sonrió al verla, tocó sus mejillas, tentado por besarla retrocedió y caminó hasta el televisor, dejando a Perséfone anonadada por recibir aquel beso. D