Narra Marcus
Desde que tengo memoria, lo único que me ha importado es mi familia: hacerlos sentir orgullosos, asegurarme de que puedan vivir la mejor vida posible.
Asumí el papel de cuidador desde muy joven. No fue como si me lo hubieran empujado; Lo asumí de buena gana. Vi lo que mi papá hizo por mi mamá, por su hermana, por nosotros, y decidí que quería ser como él. Sacrificándose desinteresadamente, trabajando duro para ser un hombre. Un hombre exitoso, respetado y bueno.
He logrado lograr solo uno de esos. Tengo éxito, no se puede negar eso. Pero el respeto es difícil de ganar, y la mayoría de la gente realmente no piensa en mí como una buena persona. Sin embargo, nunca he dejado que eso me moleste. Poner una fachada fría e indiferente, y de repente eres intocable para el mundo. No pueden pincharte con espinas si llevas armadura.
—Señor Sarmiento ¿está con nosotros? —pregunta uno de los miembros de la junta directiva.Su traje n***o ha sido confeccionado a la perfección en su cuerpo regordete. El espeso bigote n***o sobre su boca no hace nada para ocultar la amenaza que puedo ver en su rostro. Él es un tiburón; todos lo somos. Le doy una sonrisa fría.
—Por supuesto—hay quince de ellos. Todos se unieron para construir esta empresa con mi padre a la cabeza. Invirtieron, conspiraron y trabajaron arduamente para llevar a la compañía a donde está hoy.
Nunca deja de sorprenderme lo fácil que se olvidan de lo capaz que soy. Soy el jefe, director ejecutivo. Eso nunca va a cambiar—.Bien. Puede continuar—le digo al director de marketing.La reunión continúa y hago todo lo posible por ignorar sus sonrisas de desaprobación y sus comentarios sarcásticos y furtivos. Han pasado seis años y todavía no me respetan como respetaron a mi papá.
Nunca seré él, y ahora ni siquiera está aquí como mi sistema de apoyo. Y ese conocimiento siempre me perseguirá
***
—Necesito esos archivos en mi escritorio en diez minutos—le digo a mi secretaria cuando paso por su escritorio.
Ella asiente y sus ojos me siguen hasta mi oficina. Una vez dentro, me derrumbo en mi silla y gimo. Estoy agotado. No he estado en casa en dos días y no he comido en doce horas. Pero estoy al borde de un gran avance, y honestamente eso es todo lo que importa.
Estamos así de cerca de ganar un contrato importante: las distracciones son lo último que necesito. Me veo obligado a mantener ese pensamiento, sin embargo, cuando suena mi teléfono. Suspiro interiormente antes de levantarlo.
—Hola, distracción.
—¿Qué quieres decir con distracción?—mi mamá pregunta, confundida.
—Nada. ¿Como va tu dia?—pregunto rápidamente.
—Bien. Fui de compras con Melissa. Tuvimos un rato maravilloso. Tengo algunos artículos de boda increíbles— responde ella.
Nunca deja de sorprenderme cómo mi madre puede hablar de tomar un avión privado y volar a otra ciudad como si nada. Mi familia es rica, por supuesto, pero es algo que nunca está en mi mente. Probablemente porque trabajo demasiado y no tengo tiempo para disfrutar de la riqueza que estoy acumulando para nosotros. Mi madre siempre me dice que trabajo duro solo para no tener tiempo para disfrutar realmente la vida. Antes era difícil, ahora realmente siento el peso de todo sobre mis hombros. Lo último que tengo en mente es disfrutar de la vida cuando todo puede hacerse añicos si no me concentro.
—Estoy seguro de que lo hiciste—le digo—.Escucha, mamá, tengo que irme. Tengo mucho trabajo que hacer.
—Todo lo que haces es trabajar. ¿Has comido algo hoy?
Considero brevemente mentir. El problema es que no está realmente en mi naturaleza.
—Comí una dona alrededor de las siete de la mañana—le informo.
Ella jadea.
—Eso es un sacrilegio.
Yo sonrío.
—No seas tan dramática, madre.
—Es bueno que vuelvas a casa en dos semanas. Necesito que te alimentes bien. Tal vez incluso te encuentre una esposa mientras estoy en eso—dice ella.
—Wow, acepté volver a casa siempre y cuando no intentaras ninguna estratagema de emparejamiento.
—Oh, ¿dije eso? Eso es muy malo. Está bien, no intentaré ninguna estratagema de emparejamiento —promete.
—Tampoco puedes hacer que Melissa lo haga en tu lugar —digo secamente.—Hablaré contigo más tarde, ¿de acuerdo? —pregunto, listo para colgar.
—Espera, aún no te he contado la mejor parte—afirma.
Espero cinco segundos a que hable hasta que quede claro que quiere alargar el suspenso.
—Vamos, mamá, escúpelo—le digo con impaciencia.
—Bien bien. ¡Christina ha vuelto a la ciudad! —ella exclama.
—Lo siento, ¿quién?—pregunto en estado de shock.
—¿Sabes, Christina? La ex novia de tu hermano, Matthew.
—La recuerdo —murmuro. ¿Qué está haciendo en San Vicente? Pensé que se fue a Santa Clara para convertirse en una abogada importante.
Es curioso que regrese justo cuando mi hermano ha decidido comenzar un nuevo capítulo con otra mujer. No soy un gran creyente en la coincidencia. Y realmente no confío en Christina. Lo juro por Dios, si ella está tratando de manipular a Matthew... Siempre fue muy buena clavando sus garras en él. Y yo también.
Aprieto los dientes para forzar el recuerdo.
—No estoy seguro de los detalles. Me encontré con su madre en la tienda el otro día y me dijo que había vuelto. Aparentemente, se está mudando de regreso a la ciudad. Aunque no la he visto. Por cierto, vas a pasar tus dos meses de vacaciones en casa después de la boda ¿cierto?
—Un mes. Y será un viaje corto de una semana para la boda en lugar de unas vacaciones, si este trato no se concreta.
—Por supuesto que lo hará. Eres la mejor, cariño. Además, pasarás dos meses en casa y no escucharé argumentos.
Decido quedarme callado y seguir adelante.
—Bien ¿Puedo colgar ahora?
—Después de que hayas contestado el teléfono y le hayas pedido a tu secretaria que te ordene algo de comida— afirma. Gimo antes de apresurarme a hacer lo que me pide—. Adiós mi amor.
—Adiós, mamá— le digo antes de colgar.
***
Un vaso rompiéndose es lo primero que escucho cuando abro los ojos.
—¿Qué carajo?—susurro mientras salgo de la cama.
Me pongo algo de ropa y bajo las escaleras para encontrar la fuente del ruido.
—Lo siento mucho, señor Sarmiento —dice una de las sirvientas al verme en la puerta de la cocina.
—Trinidad, sabes que mis mañanas son sagradas. Apenas duermo tal como está —digo, tratando de controlar mi frustración.
—Me doy cuenta de eso, señor, pero ella fue contratada recientemente y todavía no ha entendido cómo se hacen las cosas aquí.
Permanezco en silencio durante unos segundos antes de girarme hacia la joven bajita que está al fondo. Se asegura de evitar mis ojos y parece que está un poco asustada.
—Oye, da un paso adelante—le digo.
—No voy a despedirte por vidrios rotos, si eso es lo que te asusta. Pero tengo algunas reglas. La primera y más importante regla, por favor, no perturbes mi sueño —digo.
Dicho esto, me doy la vuelta, agarro la taza de café de la mano ya extendida de Trinidad y salgo de la cocina. Me acosté alrededor de las 4 a.m. y actualmente son las siete, lo que significa que dormí unas tres horas. Había planeado tener cuatro, pero supongo que será mejor que siga con mi día.
—Hablamos de esto Marcus. No más tormentos al personal— dice alguien detrás de mí mientras empiezo a subir las escaleras.
Me doy la vuelta para mirar a mi hermano pequeño.
—¿Qué estás haciendo aquí?
— pregunto mientras tomo un sorbo de mi café.
Está vestido informalmente con joggers grises y una camiseta blanca. Su cabello largo y oscuro está peinado de una manera desordenada y despeinada que jura que es el look favorito de su prometida. Sus ojos verdes son tan diferentes a los míos pero tan similares al mismo tiempo. Es la expresión en ellos. Alguien me dijo una vez que mis ojos parecen angustiados, mientras que los de Matthew parecen vivos.
Matthew es como un golden retriever. Soy un vampiro. La misma persona que describió nuestros ojos también estuvo más que feliz de proporcionarme esa descripción.
—¿No puedo ir a ver a mi hermano mayor?
—Deberías estar ocupado con los preparativos de la boda— afirmo, dándome la vuelta y subiendo las escaleras. Él sigue, por supuesto.
—Estoy ocupado, pero mamá me dijo que te vigilara. Con buena razón, puedo ver. ¿Qué te hizo esa pobre chica?
—Rompió un vaso y me despertó.
—¿No crees que tienes la culpa de comprar una casa que hace un eco tan terrible?—me giro y lo miro. Él rueda los ojos—.Está bien, está bien. Entiendo que rompió algo y te despertó, pero fue un accidente. ¿No podrías haberla regañado de una manera más amable?
—¿De qué sirve regañar si se hace bien?—replico.
Matthew se ríe.
—Ni siquiera quieres tratar de ser un buen tipo.
Me encojo de hombros.
—Realmente no es lo mío.
Entramos en mi habitación y Matt inmediatamente se acuesta en la cama. Los círculos oscuros debajo de sus ojos sugieren que no está durmiendo bien. Sin embargo, puede que solo se deba al estrés.
—Christina está de vuelta en San Vicente —me encuentro diciendo.
No estoy seguro de por qué le estoy diciendo. Supongo que es una advertencia o algo así.
—Lo sé—dice Matthew simplemente.
—¿Y no te importa?—cuestiono.
—Por supuesto que me importa. No la he visto en tanto tiempo. La extraño un poco. Todavía no sé por qué decidió cortar todo contacto —dice un poco triste.
—¿Todavía estás enamorado de ella?— pregunto.
—Vamos hermano. Me voy a casar. Esa ni siquiera es una pregunta que deberías estar haciendo.
—Y eso no es una respuesta, Matthew. No estás todavía— enamorado de ella, ¿verdad? Repito.
Él suspira.
—Hace mucho tiempo que no me enamoro de Christina. Ella fue mi primer amor y mi mejor amiga, pero ya lo superé. Ya la superé, obviamente.
—Bien—es todo lo que digo.
Sé una cosa con seguridad. La reaparición de Christina Lozano
en nuestras vidas va a cambiar las cosas. Es inevitable. Ella es como una fuerza. No importa lo que haga, siempre se asegura de dejar su huella. Solo puedo esperar que nuestra próxima reunión no tenga consecuencias devastadoras.