Era el día más dichoso, por primera vez en trece años se encontraba dentro del castillo. A sus cortos diecinueve años había logrado alcanzar uno de sus deseos, si tan solo pudiera mostrarse tal cual era, pero no, ella debía seguir fingiendo ser Robers.
Con la cabeza inclinada ocultando su rostro y el corazón latiendo a prisa recibía el nombramiento de caballero de su propio padre quien no sospechaba de la identidad del nuevo caballero.
Las lágrimas de emoción amenazaban con traicionarla, pero las palabras de su maestro momentos antes la controlaban.
Quería levantar la mirada y decirle tantas cosas, al fin podría sentirse orgulloso de ella, que lo había logrado, que también podía ver en ella a un hijo, pero su voz no salía, algo dentro de ella temblaba.
Poco antes de partir recibió la
