Tres días después Londres Anna A muchas personas les gusta sentir la adrenalina de estar en el borde del precipicio, de derrapar por las curvas de una pista, de navegar en medio de una tormenta, de tirar del gatillo en una guerra. Son intrépidos seduciendo el miedo, pero no significa que sean invencibles, ni que hayan vencido sus temores más sórdidos y oscuros, más bien esos están escondidos en lugares recónditos y son casi imperceptibles a simple vista, es decir hasta el más valiente tiene pánico. La diferencia radica en cómo lo manejan. Mientras algunos se dejan consumir por la desesperación, otros lo enfrentan con astucia y serenidad, aunque sus corazones sigan latiendo frenéticamente en silencio. Quisiera repetir que tuve la capacidad para actuar con sensatez al contemplar a Jeff