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La Intrusa

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Blurb

Anna Jacobs es una mujer exitosa, triunfante y un tiburón en el mundo de las finanzas, con una belleza inigualable e inteligente, pero nadie sabe de donde proviene su fortuna, ni como llego a la cima. A pesar de tener belleza, dinero y fama, su único propósito en la vida es honrar la promesa que hizo a su madre en el lecho de muerte. Ella buscara venganza a toda costa de quienes considera culpables de su desgracia. No importa si tiene que humillar, engañar, manipular y ser parte de su entorno para destruir uno a uno a esos hombres. Sin embargo, no esperó caer en la trampa del amor, cuando conoce a Jeff Armstrong, un hombre atractivo, varonil, y bondadoso que le mostrará otra faceta de la vida, dejándola en una encrucijada entre el amor y su venganza. Descubre su trama en la intrusa.

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Anclada en el pasado
Inglaterra, Londres Actualidad Anna Mucha gente tiene marcas de nacimiento, otras tienen cicatrices de heridas, pero en ambos casos son testimonios de nuestra historia única, grabadas en la piel como capítulos de un libro abierto al mundo, son las huellas del pasado plasmado en nuestro cuerpo y nuestra memoria. No existe manera de borrarlas por más que nos esforcemos y lo que queda es superarlas o enterradas en el fondo de nuestra mente como si nunca hubieran existido. Sin embargo, no he podido superarlo, incluso cualquiera diría que cometo el peor error anclándome en el pasado, pero ni el éxito, ni el dinero han podido cambiar mi opinión. No soy una vieja solterona gorda y fea, más bien cada vez que ingresó a cualquier sitio mi presencia no pasa desapercibida, robó miradas de todos los hombres, incluso las mujeres me clavan sus miradas asesinas. Tampoco soy un scort, ni ningún tipo de dama de compañía, menos estoy envuelta en la mafia. Soy una empresaria que lidera la firma más importante de fondos de inversiones, pero siempre busco un proyecto nuevo y esa es la razón para ser conocida como la aniquiladora, un apodo cruel por mis logros en un mundo de hombres. En fin, otra tarde más observando desde el ventanal de mi oficina la ciudad como si pudiera obtener la respuesta que nadie la posee, ni siquiera yo, pero como diría mi difunta madre ya te metiste a soldado ahora debes marchar. No creo que sea un error caminar al infierno, si de alguna manera vivo en un mundo de retos, entonces este “proyecto” no será diferente sino muy especial y por fin me dará la paz ansiada. De todas formas, vuelvo al mismo punto, a aquel día trágico como si volviera a vivirlo. Ocho años atrás Melbourne, Australia Pensé que este día no llegaría, me negué a ver la realidad, por cobarde o porque no estaba lista para dejarla partir y ahora estoy arrodillada delante de la tumba de mi madre, con el rostro cubierto de lágrimas maldiciendo por su partida, mientras el eco de las gotas resuena en este día ensombrecido acompañando mi dolor, hasta que escucho un murmullo ineludible y levanto mi mirada con curiosidad. –Señorita Jacobs necesito unos minutos de su tiempo, es importante– anuncia un hombre con aspecto de abogado, por su traje barato y el maletín en su mano. –¿No se da cuenta que acabo de enterrar a mi madre? ¡Lárguese! ¡Mueva su puto trasero de aquí! –gruño con mi voz enardecida mientras clavo mis ojos en los suyos. –Ese es el motivo de mi presencia en el funeral. Soy el abogado Rene Taylor, recibí ordenes específicas de la difunta Lenna de presentarme tras su deceso, ¿Tengo ahora su atención? –explica el hombre con su voz inquieta y lo miro desconcertada. Muy despacio me incorporo todavía confundida, mientras limpio mis lágrimas de mi rostro. Aunque emergen las dudas, ¿Por qué mi madre acudiría a un abogado? ¿Será parte de su secreto? No creo haber heredado una fortuna, pues desgraciadamente todo lo que poseemos es apunta de trabajo. –Lo escucho señor Taylor, tiene mi atención, pero le anticipo que si intenta sacarme dinero pierde su tiempo, lo que tengo en mi cuenta bancaria apenas cubriría un mes de alquiler. Dicho esto, lo insto a hablar sin rodeos– espeto con mi voz inquieta mientras mi rostro endurecido lo observa con cautela y el hombre abre su maletín con premura. –Su madre le dejo su diario con una carta explicando sus motivos, también es la nueva titular de una cuenta bancaria, no es mucho el dinero, pero le servirá para empezar una nueva vida en cualquier país– relata Taylor mientras me entrega un sobre y un cuaderno. Ese día conocí verdades que ignoraba, pistas que comenzaban a tener sentido y fue el inicio para anclarme en un pasado que duele hasta hoy, pero también para maquinar lo que quería en un futuro. En fin, el suave toque en la puerta, seguida de unas pisadas me saca de mi letargo, enseguida una voz familiar retumba en el espacio. –Esto es una locura, Anna. Piénsalo por favor antes de que te envuelvas en una guerra sin fin. ¿Cuál es el propósito? ¿Te traerá tranquilidad? ¡No! Nada cambiará– escucho sus reproches y obligada me giro para verlo al rostro. –Greg guárdate tus consejos para alguien que quiera escucharlos– respondo con mi pose indiferente y altiva. Desvió mi mirada al escritorio al observar una carpeta. –¿Esa es la información que te pedí? –pregunto llena de curiosidad. –Sí Anna. Morgan Michell tiene problemas de finanzas. El sujeto vive en el casino apostando hasta sus calzoncillos y su mujer se cansó de su vicio. Le puso una restricción en sus cuentas bancarias, pero él sigue al frente de la presidencia de Marshall & Marshall, compañía de su suegro, Phillip Marshall– explica con su voz inquieta mientras reviso la carpeta con la información. –¡Interesante! Morgan debe estar robando dinero de la compañía para su vicio, porque es una pequeña fortuna lo que debe al casino– señalo con un tono de satisfacción y asienta con la cabeza. –Exacto, pero Philip Marshall regresa esta semana de New York y Morgan necesitará cubrir el desfalco que ha hecho, entonces debe estar desesperado buscando un banco que le dé un crédito o acudiendo a sus amigos para que se presten el dinero– informa con su voz llena de urgencia y asoma mi mirada fría. –Greg ya sabes que hacer. Avísame cuando tengas resultados– sentencio, me cuelgo el bolso al hombro y agarro mi celular de encima de mi escritorio, pero antes que abandone la oficina su voz suena en un reclamo. –Otra noche que desapareces, ¿Por qué no cenas conmigo? –dice con su voz áspera y le respondo con una sonrisa afable. Greg es un buen hombre, apuesto, su barba lo hace lucir varonil, sus ojos verdes te miran con ternura, cabello rubio, buen cuerpo, piel blanca, tiene buena estatura 1,80 cm, pero no es mi tipo, es como un minino asustado y tímido que necesita de cuidados diarios. No gracias, no busco una relación, menos enredarme con mi amigo, prefiero mantenerlo al margen para no lastimarlo, aunque tiene la manía de involucrarse en mis asuntos. –Conoces la respuesta Greg, así que no sigas acosándome, mejor invita a una de las chicas de la oficina. Quizás a Brenda, he notado que se pone nerviosa cuando comparten el mismo lugar– espeto, dejo un beso en su mejilla y contemplo su rostro lleno de malestar. –Bastaba que dijeras: gracias Greg, prefiero la soledad– se queja y sigo mi camino a la puerta. Unas horas más tarde Estuve caminando por las calles caóticas de Londres, observando los rostros de las parejas felices, de cada persona que cruzaba en mi paso, escuchando el bullicio del tránsito y los murmullos de las voces indistintas, también me paraba delante de cada tienda de ropa exclusiva, como si anhelará comprar un vestido de ensueños, pero la realidad es que tengo una habitación como closet con prendas elegantes, zapatos y carteras de diseñador, entonces no existía un propósito, sino volver a sentir esa alegría con cosas simples. Digamos que nada tiene sentido tras la ausencia de mi madre, entonces mi soledad es mi fiel compañera, pero a veces mis pies me arrastran a un bar, donde me distraigo con cualquier desconocido. Vuelvo a dar un sorbo a mi coctel mientras reviso mis correos en mi celular, cuando percibo una mirada sobre mi silueta. Retiro mis anteojos para contemplar mejor a un hombre de unos 32 años de edad, viste formal con traje y corbata, muy varonil y sexi con su piel bronceada. Tiene una apariencia robusta y atractiva, con rasgos faciales bien definidos que incluyen una mandíbula fuerte, sus ojos azules hundidos y expresivos parecen que te desnudan, tiene una sonrisa desfachatada que te envuelve, de barba y bigote cuidadosamente cuidados. Su pelo espeso y ondulado está peinado hacia atrás con estilo, añadiendo un toque de sofisticación a su apariencia, además tiene 1,85 cm de altura. De pronto en silencio se acomoda en mi mesa, se agarra el mentón pensativo mientras su mirada intensa busca intimidarme, hasta que finalmente su voz grave se presenta en el ambiente. –Un coctel no es la mejor manera de ahogar las penas, pero no es tu caso– dice con una sonrisa astuta. Arqueo una ceja, sintiéndome desafiada por su audacia. –Tampoco estás trabajando pese a usar tus anteojos para espantar a los hombres, es más bien una trampa para que cualquier iluso enloquezca por tu atención con sutileza. Te cuento que tienes varias víctimas en la mira, en la barra está el tipo con el cabello enrizado con aires de sobrado, en la otra punta está el tipo tatuado y corpulento, no es mala alternativa. Por supuesto falta el nerd, el pelirrojo con anteojos en la mesa del fondo. Sin embargo, ninguno te interesa y te estás preguntando como escapas de ellos– Su respuesta es afilada, con un tono desafiante, pero no puedo ignorar la chispa de intriga que brilla en sus ojos marrones. –Debes ser un experto leyendo a las mujeres o un completo imbécil para creer que puedes descifrarme. Así que puedes retirarte por donde viniste– mis palabras a la defensiva se deslizan en el ambiente, pero, ni siquiera se inmuta por mi rebeldía, parece disfrutar del juego de seducción que se desarrollaba entre nosotros. –No lo haré, porque te resulto fascinante, te gusta ser retada, es como un coqueteo sutil antes del sexo, entonces, bailemos o si gustas salgamos de aquí– responde con seguridad mientras se incorpora y extiende su mano. –Mi nombre es Jeff, ¿Cuál es el tuyo? –continua su voz sonando en una pregunta sumergiéndome en mis pensamientos.

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