Cuelgo la llamada con mis padres, sintiéndome el peor hijo del mundo por mentirles de esta manera, y haber escuchado a mi madre decir “la vida me quito a mi hija, pero tú me estas regalando otra”, ha sido el golpe más fuerte de todos. Me levanto de mi asiento, camino de un lado al otro de este avión sabiendo que la tripulación me esta mirando como si estuviera loco e intento tranquilizarme. Coloco mis manos sobre el borde del portaequipaje y me sujeto de este mientras que muevo mi cuerpo como meciéndome a causa del caos interno que siento —¿Señor Sandonini, necesita algo? — Me pregunta una de las auxiliares de vuelo y niego. —No, estoy bien— Miento y respiro profundo. —Si necesita algo, déjeme saber— Dice y levanto mi cabeza para mirarla. —Espere— La detengo y sus ojos café me miran co