Miley siente cómo el temor la embarga. Su rostro es un poema mientras tiene al hombre frente a ella. Ese rostro, esa voz, esa mirada la aterran. Quiere correr, huir, escapar, salvaguardarse; sin embargo, sus piernas están inmóviles, como si hubieran puesto pegamento en sus zapatos. El corazón le late con fuerza, amenazando con salirse de su pecho. Siente la boca seca y un nudo en la garganta que apenas le permite respirar. Sus ojos, abiertos de par en par, reflejan el pánico que la invade. —¡Ben! —pronuncia con miedo, su voz apenas un susurro tembloroso— ¿Cómo me encontraste? Ben la mira con una mezcla de desprecio y satisfacción. Su figura alta y fornida parece llenar todo el espacio, haciendo que Miley se sienta aún más pequeña e indefensa. Lleva un traje impecable que resalta su pos