Alan No sé cómo en medio de la plática las cosas se volvieron a dar, empezamos en un juego de seducción, no soy un hombre inexperto he tenido algunas aventuras de una noche, pero solo han quedado en eso, las cosas con Priscila son totalmente diferentes. Me apodere de su boca sin más con un beso con demasiada necesidad como si toda mi vida he estado sediento y solo ella puede calmar dicha sed, estoy embriagado de pasión, mis manos recorren cada centímetro de su cuerpo, cada una de sus curvas, sobo delicadamente su vientre pues siento adoración por el lugar donde crecen mis hijos, luego me dirijo a su trasero amasándolo con mis manos, luego la coloco de espaldas y lo presiono un poco hacia mí para que ella pueda sentir como me tiene ya. Ella está perdida en el placer que el estoy dando, pu