CAPÍTULO DIECINUEVE Anvin cabalgaba pasando las puertas de piedra de Thebus, con varias docenas de soldados detrás de él que levantaban una nube de polvo en el árido desierto haciendo difícil el respirar. El sur era un lugar caliente, árido y desolado, sin nada que respirar más que el polvo del desierto y las olas de calor. Anvin nunca había venido tan al sur y sentía como si estuviera en un país extranjero; se sorprendió al saber que seguía en Escalon. Era difícil creer que, cuando había salido de Volis, aún había nieve en el suelo. Las llanuras de Thebus, cortadas por las montañas, tenían su propio clima desértico y siempre habían sido una región separada de Escalon. Había sido un largo y difícil trayecto pasando las cascadas de Everfall, pasando el Barranco del Diablo, pasando los int
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