CAPÍTULO DOCE Kyra estaba frente a Alva, su segundo tío, y lo miraba con incredulidad. No pudo evitar sentirse profundamente decepcionada. Kolva había sido todo lo que había deseado ver en su tío, le había dado un sentimiento de orgullo y de linaje; había esperado pasar tiempo con él, entrenar con él, y estaba orgullosa de llamarlo su mentor. Pero este muchacho enfrente de ella, Alva, de apenas cuatro pies de altura, viéndose anciano y débil sentado en el árbol, no parecía ser un mentor, ni un guerrero, ni un hechicero o mago o monje, ni parecía ser la persona todopoderosa con la que había esperado aprender todo lo que necesitaba saber para convertirse en el más grande guerrero de todos los tiempos. En vez de eso, ahí estaba un simple muchacho incluso más joven que su hermano Aidan, sonr