CAPÍTULO ONCE El bebé dragón salió de su huevo en un arrebato de furia, cayendo con sus patas sobre el suelo de Escalon, aún respirando fuego mientras la jauría de lobos se daba la vuelta y huía. Arqueó su cuello, sus escamas rojas todavía viscosas, entrecerró los ojos y respiró hasta que su fuego cesó. Dio sus primeros pasos tambaleantes, con un pie tras otro, aprendiendo a caminar, estirándose y sintiendo sus alas, empezando a comprenderse a sí mismo. Podía sentir el fuego corriendo por su estómago, por sus venas, deseando salir. Podía sentir su fuerza que se incrementaba dentro de él. Se hizo hacia atrás y dejó salir el fuego de nuevo. Los lobos corrieron pero no lo suficientemente rápido, y el dragón observó con satisfacción cómo chillaban envueltos en llamas y se revolcaban en el s