Marcela observó sus uñas pintadas de n***o mientras decidía cuál de los vestidos que tenía guindados se pondría, era el evento de celebración de la revista que habían construido ella y su socio, Ellis. El tiempo se va demasiado rápido, recordar haber estado riéndose del joven por insultar su idea de negocio y luego trazando juntos cómo podía ser todo mejor, al final como resultado, habían formado una sociedad que resultó ser un éxito rotundo. Todo con el esfuerzo de los dos, desde cero y hasta las últimas.
Definitivamente el n***o tenía que ser; sus uñas estaban pintadas de ese color y la combinación con unos accesorios dorados podría verse completamente genial. Se ató el cabello en una cola alta y rizó las puntas para que se viera un poco arreglado, se puso unos pendientes largos, aplicó un poco de maquillaje en su rostro, nada cargado. Solo les prestó exclusiva atención a sus ojos deseaba que se vieran ahumados y el gris de sus ojos se pudiese apreciar.
Agradeció al cielo por no tener una sola arruga en su rostro, mantenía el brillo y la vitalidad en su mirada. Caminó hacia su cómoda se cambió la ropa interior por una de color piel, de esa manera, si se salía no quedaría en ridículo. Finalmente se perfumó y se puso su vestido, unos tacones de color dorado y una gran cartera.
Salió de la habitación y bebió una copa de whisky mientras esperaba que el auto llegase a su puerta. Su acompañante tardó menos de lo que era usual en él para llegar a algún lugar, Ellis ya ni lo hace a propósito simplemente le sale natural llegar tarde. Marcela escuchó unos golpes en la puerta y abrió, se encontró con un enorme ramo de rosas blancas y doradas, en un frasco que contenía lo que parecía ser arena.
— No existen de ese color, así que me tomé la molestia de pintarlas una por una — Dijo Ellis, Marcela disfrutó de su sonrisa tan genuina.
El joven socio treintañero de Marcela se encontraba ante sus ojos con esmoquin que le hacía ver fantástico, el cabello estaba peinado hacia atrás, y la barba que decoraba su rostro simplemente le hacía ver como un tentador pecado. Todo en el joven lucía impecable.
Con una enorme sonrisa el chico le ofreció el brazo y ella lo tomó luego de dejar las flores sobre una mesita. La mujer le dio un beso en la mejilla y el joven sonrió.
— ¿Cuándo serás tú la primera en dejar un beso en mis labios?— Ella se introdujo en el auto ignorando la coquetería del joven.
Marcela retocó el color oscuro de sus labios, mientras lo hacía se distrajo con el joven cuyo traje le sentaba más que bien; se veía completamente espectacular, preparó una nota mental para verle el trasero en cuanto se voltease.
El joven respondió una llamada telefónica más cortante que nunca, procurando que no se enterase su futura amante de la sorpresa que le tenía. Seguía sorprendido al ver que ella no había recordado en absoluto su cumpleaños, trabajó como nadie, bromeó lo necesario, pero en lo que definitivamente sus pensamientos era completamente fáciles de disuadir.
Ellis encontró su mirada con los perfectos ojos grisáceos y grandes de la mujer, quien al igual que él se había esmerado en verse elegante y sensual para esa ocasión. Marcela tenía el cabello arreglado en una coleta, la cual terminaba con un gran rizo en la punta, luego los aretes dorados y el largo collar que quedaba en medio del valle de sus senos, de acuerdo con el escote de la mujer que llegaba justo al final de las costillas.
El joven suspiró pesado, la suma del escote, el vestido, cabello, ojos, labios es simplemente enloquecedora. Toda Marcela le parecía maravillosa y de pensar en ella nunca le llevaba a un lugar diferente que no fuera a la lujuria. Ellis no sabía que le desconcertaba más, si sus ojos, labios o su cuello al descubierto, sentía unas fuertes ganas de besarle con fuerza y hacerle suya dentro del auto, no llegar a la maldita fiesta y coger como si animales fueran.
—¿Serías mi pareja esta noche?—preguntó Ellis a su socia.
—¡Oh…! ¿Ninguna de tus modelos quiso acompañarte? — Él rodó los ojos, divertido y soltó una fresca carcajada, antes de acercarse a la mujer y susurrar en su oído:
— Cariño, simplemente te he elegido a ti. Dudo que haya otra más hermosa.
— ¡Vaya que eres listo! — Se burló la mujer con chulería y él no tardó en sostener su mano y besarla.
— ¿Entonces?
— Seré tu acompañante, te concederé el honor.
Ellis le dio un suave beso en la comisura de los labios y se prometió llevarle a la cama esa misma noche. No podáis seguir así, en medidor tanta pasión contenida. Llevaban cinco años deseando cada parte del cuerpo del otro sin dejar nada, pero había pesto sus carreras y su negocio primero, finalmente habían conseguido hacer de la revista y editorial una de las más consultadas y nombradas de Mainvillage, por qué seguir diciéndose que no. Ellis había estado con muchas de chicas, pero ella, a ella quería hacerla su mujer, para que todos le envidiasen y para hacer lo que no hizo con ninguna de las anteriores.
Ellis salió de sus pensamientos y le extendió la mano para salir. Marcela se mostró disgustada y le preguntó si no había llamado a la prensa, era la celebración del quinto aniversario de su revista y lo mínimo que la bola de envidiosos del medio podía hacer era fingir agrado hacia ellos.
Ellis le escuchó tirar insultos y decir vulgaridades, antes de llegar a la puerta le dio un beso sobre los labios y salió del auto, las luces se encendieron y todos gritaron «sorpresa», la mujer miró a su compañero confundido y él soltó una pequeña risilla, antes de decirle:
— Hoy es tu cumpleaños, celebramos ambas cosas — Marcela le dio un suave beso en la mejilla y le agradeció.
Para variar a Marcela se le había pasado la fecha y todo lo relacionado con su cumpleaños; tremendamente olvidadiza o desinteresada en envejecer. La mujer saludó a sus invitados, luego fue a una sala para atender a la prensa, junto con Ellis se tomaron unas fotos y luego procedieron a las preguntas.
— Buenas noches, yo soy del periódico el nativo. >.
— Nunca he sido fiel creyente de la frase que dice: "Solos venimos, solos nos vamos", Hay muchas formas de dejar huella y de estar rodeada de personas, en la actualidad no cuento con una pareja pero eso no quiere decir que no tenga una familia o amigos que hacen mis días. Mi negocio, mis libros, vivencias se quedan con ustedes, una parte de aquello que he logrado dar a mis lectores y personas que he conocido se van conmigo el día en que muera. Además, puede que haga uso de mi plan de contingencia.
La prensa siguió bombardeándoles preguntas, puesto que ambos eran muy cautelosos y a pesar de las sospechas su vida no solía pasar de eso, simple curiosidad, después de algunas preguntas más con respecto a sus aspiraciones profesionales y el éxito del negocio que dirigían, Ellis y Marcela dieron las gracias a los interesados, pero procedieron a volver con sus invitados.
Volvieron a la fiesta y Ellis presentó a Marcela a sus padres, la pareja estaba secreteando pegada la silla de uno con la del otro. Ellis puso su mano sobre el hombro de su padre el cual puso su atención sobre ellos y sonrió.
— Mamá, papá, mi futura esposa, Marcela.
— No seas ridículo, te debo ocho años.
— Y él a mí once — dijo la pelirroja señalando a su marido. —Yo soy Verónica y él Alessandro.
Ya ella les había visto, incluso había compartido unos trabajos con el señor, era quien se encargaba de aplicar y crear seguros para el hospital con el que estaba asociada su empresa, Ellis se había asegurado de que quedara en familia.
Marcela compartió unos minutos con ellos, incluso se sentó en la mesa un rato hasta que su amiga Sofía, — cuñada de la pareja y colega de Marcela— les interrumpió para echarle flores. Todas vieron a Ellis en un aprieto con una de las jóvenes de la campaña de vestidos de baño, era una mujer muy bonita, una de las tantas, problemáticas conquistas de Ellis.
— Permiso, le voy a salvar de él mismo.
Todos rieron y asintieron, la mujer caminó lentamente y con elegancia hacia la pareja, la modelo se mostró muy seria con ella y con él algo repugnante, al final les felicitó y se marchó Ellis sonrió y le dio las gracias,
— Gracias — Dijo y luego le tomó la mano. — ¿Bailas?
Caminaron hacia el medio de la pista, danzaron lentamente al ritmo de la música, las luce estaban lo suficientemente bajas, y él aprovechó para pegarla lo suficiente a su cuerpo, le dio un suave beso en el cuello, y le mordió la oreja. —Te deseo, como a ninguna —Marcela pasó su mano por el pecho.
— Y me tendrás—El anfitrión le dio una sonrisa a Ellis y él llevó a su amiga a su mesa, antes de caminar hacia la tarima.
— No sé cómo es que llegamos hasta aquí, sé que Marce se ha divertido bastante. Hace cinco años cuando le propuse ser su socio se rio como por media hora y creó infinidad de chistes al respecto. Cuando logró analizarlo y aceptar; me cambió la vida. He aprendido tanto de esa grandiosa mujer como que cumplir años no es importante y que el trabajo y los sueños pueden ser realmente el desvelo de tus días, ¡Felicidades, socia!, Que sean muchos años más y gracias a todo nuestro equipo porque sin ellos, jamás hubiésemos llegado hasta aquí —Todos aplaudieron incluida Marcela quien se acercó y tomó el micrófono.
— A veces Ellis habla y creo que hay algo más que chistes y locura en su cabeza. Hay días en que me gusta creer que he logrado todo en la vida sola, pero, lo que he logrado estos últimos cinco años llevan mucho del esfuerzo de este atravesado y todos los otros dolores de cabeza que entran a la revista cada día disque a trabajar. Con el chico que choqué un día, el mismo que en lugar de disculparse abrió la guantera para sacar el libro que estaba leyendo, y sí, era mío, y también pidió un autógrafo en lugar de una disculpa— Todos los presentes rieron incluyendo Ellis.
— Es un excelente libro todavía está en las librerías, además no choco todos los días y tampoco con el impresionante escritor del cual estoy leyendo.
— El dolor de cabeza que me causó ese día ha ido disminuyendo con los años incluso los lunes se tornan algo similar, cuando aprendas a hacer las cosas como te digo voy a estar muerta, pero, gracias por todo lo que aportas. La revista no sería lo que es sin ti.
Se dieron un corto abrazo y luego bebieron un sorbo para dar inicio a la música de nuevo. Marcela observó a Ellis mientras conversaban con unos amigos. El joven era elegante, educado, muy bien parecido, alto, unos hermosos ojos azules, una cabellera fuerte y además de su buen aspecto físico, su sentido del humor le parecía fantástico.
¿Por qué no?