Predicar con el ejemplo

1448 Words
Ellis se tardó más de lo necesario en bañarse y decidió solo ponerse unos pantalones de chantal para dormir un rato en la comodidad del sofá de su casa, pero, cuando estaba pasando observó el sobre rojo el cual había robado a Marcela, el joven le dio una corta leída y se sorprendió con su contenido, en él encontró mucho material valioso sobre la hermosa joven con la que había cumplido muchas de sus fantasías la noche anterior y esto porque ella era su mayor fantasía. Nada le molestaba de Marcela; su mal genio, su irritabilidad, lo mandona, incluso, no le importaba que fuese mayor o el que estuviese más realizada que él en el área profesional, eso se debía al simple hecho de que deseaba, amaba, y quería a esa impresionante mujer a su lado. Cuando se inventaba una nueva idea para el futuro era más brillante con Marcela ahí, pero todas las cosas que mencionó, eran justo las que le ella utilizaba para alejarle. El joven vio la hora y decidió irse a dormir, al fin y al cabo, tenía que ir a trabajar temprano si no quería problemas con su socia. Marcela se levantó demasiado tarde, a las 9:30 de la mañana, la energía y sensualidad que Ellis había esparcido por todo su organismo sin duda le había dejado completamente embriagada y sobre todo cansada. La mujer tomó una ducha y luego se colocó un vestido corto y unas botas cortas de tacón alto. Bajó a su oficina en el primer piso y primero le dio una pequeña revisión a su personal. — Jefa… ¿Qué son estas horas? — La molestó su secretaria. — El poder de ser el jefe — Le guiñó un ojo y encontró unas flores sobre la mesa. Como el coqueto, sensual caballero que soy, flores te dejo hoy. Se me antoja un beso ¿Y a ti? Ellis. Como si se fuese a llegar a confundirle. Marcela se sentó a leer y corregir, luego escuchó la música que tenía el en el estudio de fotografía, puesto que su mensaje subliminal iba dirigido a ella: Supersoaker, Locked out of heaven, ¡s*x on fire! Sin duda alguna, Ellis era quien tenía el control de la lista del día. Atormentada y ansiosa como una adolescente, Marcela, se puso en pie y se obligó a permanecer dentro de su oficina, pero al escuchar más canciones pecaminosas no aguantó la ansiedad y caminó hacia el estudio, no era tan malo si él había dado el primer paso y tomaría las flores como el indicador de que podía ir a verlo. Ambos estaban igual de ansiosos por verse. Marcela caminó con dirección a la ruidosa sala y se encontró con Ellis en encima de una modelo, apunto seduciéndola como solo él era capaz, embriagándola como el mejor licor, ella caminó sigilosamente y se acercó a la cámara, para tomarle la fotografía al oír el flash el joven se alarmó, pero al verle se relajó un poco, igual había estado ansioso por verle pero jamás se imaginó que fuese de tan incómoda manera, logró ponerse en pie y con nerviosismo caminó hacia el modelo, luego hacia su chica. — ¿Vienes a darme un beso?—susurró cerca del oído de la joven. — Mmm... Esto, es tu lugar de trabajo, por lo que, deberías concentrarte. — Es que tus labios tan sensuales no me dejan — Marcela alzó una ceja y le señaló la cámara. Unos minutos después Ellis siguió enfocando la cámara hacia la pareja hasta que comenzó a estresarse y frustrarse, Marcela atendió un par de llamadas mientras veía la desastrosa sesión que se estaba llevando en la sala. — ¡¡j***r!! Una puta foto —Gritó Ellis y logró que todos se sobresaltaban, cualquiera esperaba gritos, insultos, vulgaridades de la rubia pero el jefe solo risitas y chistes era prácticamente imposible. — ¡Ah… Qué boca!—Se burló ella en oído del joven antes de darle un beso y decir en voz alta. — ¡Estás aprendiendo!— Dijo y le besó la mejilla. Se ató el cabello y corrió a los modelos. —Tómense un descanso y alguien que traiga un trago para mi socio enojado como un bebé, es más déjenos a solas por unos cinco minutos. Todos desocuparon más rápido que nunca la sala y la persona encargada fue por el botellón con agua y el vaso con Wishky para darle a Ellis, el hombre le dio un beso sobre los labios, profundo y exigente antes de que ella le mordiera el labio y le obligase a acostarse sobre el suelo, los dos se quedaron en silencio y uno al lado del otro, le soltó un fuerte bufido y ella cruzó sus piernas, mientras miraban hacia el techo. Uno de sus empleados ingresó y tocó suavemente la puerta de vidrio, ambos miraron hacia el lugar y poco a poco fueron entrando casa uno de los involucrados con la sesión, la modelo ingresó tímidamente y el modelo con la mandíbula apretada. — Quiero que la chica ¿Cómo se llama?— Ellis le observó con detenimiento y luego a la modelo. — Marian —respondió tímidamente, la mujer. — Quiero que veas las fotos con tu compañero — Dijo Marcela.— Y que se pongan la ropa, todo lo que traían puesto sin arruinar el maquillaje y peinado. Los jóvenes hicieron lo que les habían pedido, observaron las fotos con detenimiento y luego se vistieron, cuando así lo hicieron, Marcela se puso en pie, le extendió las manos a su amigo y él se puso en pie. — Tu vas a desnudarme y yo a ti, lo más sensual que puedas— Ellis esbozó una amplia sonrisa y todos sus compañeros rieron, al ver la felicidad en su rostro. —¿Lista? — Adelante, ustedes tomen fotografías —ordenó antes de que Ellis se le pegase al cuerpo, le acarició el cuerpo del hombro hasta la curva de su espalda, le dio un mordisco en la oreja y luego bajó a su pierna, ella le sostuvo de la corbata y quedó inclinada. — No me quites los tacones. — No me digas como desnudarte — Ella rodó los ojos y él le abrió los zippers de los zapatos. Marcela se encargó de tomar con fuerza el cabello del chico, lo empujó con el propósito de que cayera en el suelo y se acostó sobre el cuerpo del chico. Ella estaba sin duda extasiada, intentaba pensar en cosas distintas para evitar que su respiración la delatase. Ellis no era indiferente a las sensaciones que estaba experimentando, lo único que no quería era infartar sin probar su piel. Tomó unos brazos y lo besó para luego morderlo con fuerza entre sus dientes. Marcela gritó con fuerza y él enredó sus dedos dentro del cabello de la joven mujer cuando sus ojos se encontraron la excitación y el deseo fueron dos factores que se hicieron completamente latentes, Marcela le mordió el cuello y le rompió la camisa. — ¿Si te rompo el vestido? — Bájalo y cállate — Ellis le mordió la oreja y se deshizo de las tiras del vestido. — ¿Traes bragas? — Ellis, por Dios. — A veces no traes bragas, lo he notado. — ¿Si? ¿Tengo un horario? — Se mofó del joven y este asintió aun besándole la clavícula. — Aja, los lunes traes pantalón y no te pones nada por debajo — La mujer le observó con una sonrisa y él aprovechó para estrujarle la nalga y hacer a un lado la tira del vestido con sus dientes, siempre mirándola a los ojos. — Tu no usas bóxer, solo cuando usas traje. —¡Ves que te gusto!— Le quitó el último botón del vestido blanco. Continuaron bromeando y posando para la cámara, con grandes miradas y sin importar que otros les estuvieran viene a gozar con el otro. Ellis estaba a punto de besar los labios de su socia cuando, Alicia, la secretaria de ambos les interrumpió. —¡¡Jefa, teléfono!!— Ellis rodó los ojos y Marcela, le dio un par de palmadas en el rostro. — Fue un placer ser desnudada por ti. — Alicia, te voy a despedir —Bufó Ellis aún en el suelo, observando como Marcela se cubría con su ropa. — Está prohibido el sexo en la oficina, —Respondió la secretaria con burla cargada en el rostro, sabía a la perfección que ese jueguito les metería en problemas — Rápido, tu llamada. Marcela tomó sus zapatos y les sonrió a los modelos. — No importa si no les agrada su compañero, si es necesario comérselos lo hacen — le guiñó un ojo a Ellis y este se puso en pie para poner su camisa. Todos vieron a Marcela desfilar semidesnuda por la oficina y evitaron los comentarios pero más de uno no dudó en comérsela con la mirada hasta que vieron detrás a Ellis arrugando la cara, la dejó en la oficina encerrada y volvió a su sesión.
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