Capítulo 1.

3377 Words
       Observe el techo de la habitación, hacia bastante que me había despertado, pero me rehusaba a levantarme, al menos no hasta que fuera el momento oportuno para alistarme y salir. Mirando furtivamente algunas partes del cuarto note como realmente tenía el lugar otro aspecto cuando la luz del día le bañaba, regalándole colores vivos y atrayentes a la vista. Lamentablemente la pesadilla de hace unos días continuaba pateándome y regresando durante la presencia de la luna, haciéndome sentir insegura y temblorosa, por eso la acción de cuando me estire lo suficiente como para apagar la luz que permanecía encendida durante toda la noche se tornó tan familiar. Una melodía dulce se acurrucaba al fondo, los estragos del sueño aun me atormentaban lo suficiente como para poder levantarme sin la ayuda de la alarma que tenía programada, aunque el cansancio aún se acuñaba encima de mi era imposible que durmiera mucho más allá de cuando los lobos aparecían nuevamente en las horas en que la inconsciencia por culpa del descansar se aproximaba a mí. Terminaba con gritos lastimeros abandonando mis labios y sollozante presa del miedo que se aferraba a mis huesos. Mi garganta dolía con intensidad y estaba carrasposa por culpa de los daños del mismo sueño. Había tantas incógnitas detrás de ese sueño que no era posible descifrarlas todas de un solo tirón, siquiera conocía alguna respuesta para alguna de ellas. Los días posteriores a la pesadilla me había vuelto con saña a solo buscar algo que contuviera información acerca de la leyenda, lamentablemente esta era tan vieja que los libros que pertenecían a la biblioteca pública de la manada no contenían nada de información, conocía a ciencia cierta que existían más libros de historia acerca de este tipo de cosas, pero no estaban disponibles ya. Cuando mis padres fueron asesinados, recordaba a la perfección cientos de renglones antiguos dispersos por la mesa del estudio de mi padre, algunos con un grosor del tamaño del ancho de mi mano, pero todos ellos se perdieron al momento en que el trágico incendio fue provocado. Tanta historia de la manada fue calcinada y echada al viento en cenizas. Actualmente el mismo deje de tristeza y melancolía se acomodaba en mi ser al recordar la cantidad de páginas incineradas. Estos mismos sentimientos se arremolinaban junto al dolor inclemente que se había negado a mermar con el paso de los años, que dejo la repentina partida de quienes me dieron la vida. Me logre acercar a algunos ancianos del consejo y aun teniendo ellos mucho más tiempo que un lobo común en el lugar no conocían absolutamente nada de esta historia, mucho menos pudieron descifrar lo que podía significar mi sueño. Recuerdo frescamente como una anciana se alejó algo temerosa de mi cuando narre lo sucedido, aún conservo la idea de que ella sabía algo de ello, pero que lo ocultaba con aprensión, lamentablemente su esposo me gruño y me obligo a alejarme de su hogar cuando toque insistentemente la puerta de su casa en busca de la canosa mujer. Pase mis manos por mi cara restregándolas furiosamente contra la superficie tersa en señal de frustración, era desconcertante incluso pensé en buscar asesoría del alfa, pero sentía como un aura oscura se ceñía encima del hogar del hombre de autoridad, quería ignorar aquello cuando estuve a punto de tomar rumbo al sitio, pero una vez que divise el lugar no tuve más remedio que retroceder al notar la figura masculina del hijo del hombre. Pequeños aleteos que contenían fragmentos del sueño se imprimieron en mi mente y termine temblorosa regresando a mi casa buscando un refugio donde esconderme. Tomando impulso con mis manos logre sentarme en la cama. Pequeños mechones fuera de la trenza caían en mi rostro, quitándolos termine poniéndome de pie digiriendo el pequeño mareo que me arropo, olvidando ese percance me acerque al calendario que reposaba en la vieja mesita de noche. Estando tan absorta en conseguir respuesta había olvidado en su totalidad que día era, por eso no fue una sorpresa cuando la fecha se revelo delante de mí, pequeñas motas de emoción comenzaron a revolotear en mi pecho. Mi primera transformación. Tenía tanto tiempo sin que algo realmente bueno sucediera en mi vida que fui incapaz de contener la alegría, se podría decir que esta me superaba en muchos términos. Detrás de mi transformación e incluso de mi loba se movían muchos temas extraños que nunca me dispuse a consultarlos con nadie. Había escuchado un par de veces cuando vi a lobos jóvenes consultado con los ancianos acerca de como sus lobos le hablaban antes de transformarse, y de como formar un lazo con tu parte animal era indispensable para convertirte. Ellos decían que era algo que pasaba siempre a todo lobo joven, mi loba nunca se presento de esa manera. Un aire de rechazo y poca solidaridad se respiraba en este lugar por todos los habitantes de la manada, tenía cierto presentimiento de que esto era causa de mi presencia luego de la partida de mis progenitores. Recuerdo ser una niña solitaria y sin amigos, la omega que solía cuidarme era dulce conmigo a puertas cerradas, un deje maternal se respiraba en la casa cuando fue reconstruida después del incendio, pero su comportamiento cambiaba cuando teníamos que salir, se comportaba carente de sentimientos hacia mí. Más allá de todo aquello existía un pavor que lograba notar cuando ella y yo dejábamos la seguridad de la casa, ella siempre estaba aterrada del mundo exterior, lograba a duras penas ocultar su aroma agrio cuando alguien se acercaba lo suficiente a nosotras, todo esto se escondía detrás de esa frialdad que aparentaba. Cuando podía cuidarme y suplir mis necesidades por cuenta propia lo comprendí. Ella ya no vino un día, a este se le fueron sumando uno tras otro. Su nombre era Airam, su verdadero nombre. Su mate había sido un vampiro y cuando intentó huir de la manda para hacer su vida lejos de este sitio fue encontrada y el c*****r de su pareja fue echado a sus pies luego de ser encontrado merodeando los límites de la manada. Ella en cambio tuvo que permanecer esclava cuidando a una huérfana, yo. Un vago recuerdo de Airam en la prisión paso por mi mente. Sus dedos pálidos recorriendo mi mejilla y sus suaves caricias en mi cabello. Las lágrimas de sus ojos y el temor que se reflejaba a través de temblores. Realmente se notaba demacrada, ella estaba pagando su condena. Me conto que el tiempo que estuvo cuidándome solo fue un tipo de compromiso que acortaría su sentencia, pero su penitencia era no encariñarse, lamentablemente no lo logro y finalmente la devolvieron a su cautiverio. Me explico como su amor hacia mi llego a los oídos del consejo. En ese instante teniendo apenas quince años entendí que Airam era otra víctima de aquellas personas que tenían el poder.  Hay días en que la extraño increíblemente mucho, el tiempo se encargaba de pasar con rapidez. Después de tres años de estar en prisión Airam fue finalmente expulsada de la manada, antes de irse se le permitió despedirse de los pocos conocidos que la querían, a lo último vino a mí con lágrimas de felicidad. El pasar de los años dejaron arrugas cargadas de vivencias en su rostro y la carencia de sol le dio un aspecto demacrado, me conto que el aquelarre donde vivía su mate estaba dispuesto a darle alojo el tiempo necesario, me pidió que escapara con ella. Recuerdo haberle dicho que sí, era una oportunidad extraordinaria, pero en medio de la desesperación note que, si me iba con ella, Airam volvería a estar en peligro. Cuando me volví a ella para contarle lo sucedido un par de betas la esperaban afuera para escoltarla a la frontera de la manada, solo atine a susurrar el porqué de mi decisión en medio del apretado abrazo que nos unió, ella parecido entender y de la misma forma en que le hable de lo que me impedía irme con ella susurro la dirección de donde podía encontrarla. ─Al parecer hoy será un buen día. ─ me aventure a susurrar para mí misma con el recuerdo de Airam surcando mi mente, una pequeña sonrisa alcanzo a danzar en mis labios. La felicidad repentina me envolvió por completo. Con un andar suave que reflejaba más la pereza en mi cuerpo me dirigí al baño de la habitación, aunque mi corazón se sentía pesado y algo tembloroso. El ultimo abrazo de esa mujer se sentía y hasta este día lograba transmitir el calor que desapareció con ella después de su partida. Un suspiro lastimero salió de mis labios y entonces fue que noté las lágrimas acumuladas en mis ojos, disipándolas al pestañear constantemente el beige del porcelanato me recibió, el frio calo en mis pies de manera instantánea, dirigiéndome al espejo pude ver mi reflejo. Entre la maraña de pensamientos deslumbre el horario de clases que para ese día me tocaba. Aunque las ganas de no asistir a aquellas aulas era una idea tentadora la descarte con rapidez al recordar la cantidad de días que ya había faltado. Subiendo mi mirada encontré un par de ojeras debajo de mis ojos, justo más abajo mis labios un poco agrietados y algo pálidos. Era una imagen demacrada de mí misma, más podía culpar a ciencia cierta al sueño, sin poder dormir el hambre tampoco llegaba, y aunque mi metabolismo era más rápido que el de cualquier humano, al no ser alimentado apropiadamente se debilitaba al igual que yo. ─Amiga, creo que necesitas cuidarte un poco más. ─sonreí a mi reflejo con suavidad y al mismo tiempo un deje de lastima se hizo presente en mi mirada. Unos segundos más bastaron para ya no soportar más la vista, tomé el cepillo de dientes colocándole crema dental y me dispuse a lavarme la boca. ─Sí, en realidad tampoco me parece conveniente ese aspecto demacrado. ─susurro una voz femenina aterciopelada. Mi mano quedo suspendida en el aire junto al cepillo a medio camino, alarmada mire hacia atrás. El temor comenzó a arremolinarse en el fondo de mi vientre, inquieta intente pensar mejor la situación, aunque no llego a más ya que ningún otro sonido se escucho en medio de todo. Camine a la puerta del baño para revisar mi habitación, pero solo el suave tono de la alarma me recibió. Intentando pensar que fue todo parte de mi imaginación a causa de la falta de sueño volví al baño y continúe mi trabajo de limpieza. ─ ¡Realmente eres temerosa! ─ nuevamente aquella voz se escuchó, una nueva ola de pánico me atrapo, pensé en el pasado cuando mi familia había sido atacada, y a trompicones intenté salir nuevamente, esta vez dispuesta a llamar al Alpha de la manada en busca de ayuda. ─ ¡Tranquila! ¡Soy tu loba! Justo en el lumbral de la puerta me detuve cuando escuché aquello. En ese instante entendí que era lo que sucedía, pero en medio de la bruma de pensamientos fue difícil comprender del todo la situación. Respirando agitada intente nuevamente observar todo fuera de la habitación, pero un bramido molesto hizo que detuviera mi accionar. ─ ¡Detente! ─gruño molesta, fruncí el ceño ante el tono que fue usado, más no me sentí ofendida, mucho menos a la defensiva. ─Te he dicho que soy tu loba, no estoy aquí para atacarte, somos una sola, ¿lo recuerdas? ─ el fastidio con facilidad se distinguió en su voz, una mueca triste se dibujó en mis facciones. ─ ¡Ouh, lo lamento! El arrepentimiento se filtró en sus palabras, comprendí que realmente estaba un poco desesperada por detener mi búsqueda ya que esta reflejaba desconfianza, más no era aquello, sino era el querer estar segura de que nada malo estaba por venir. Mis mejillas comenzaron a sentirse calientes y la vergüenza surgió dentro de mí de pronto. —No tienes nada que temer, soy Rashka.— comento esta vez un poco más tranquila. El que ella lo comentase de esa manera calmó un poco la ansiedad que comenzaba a nacer en mí. En silencio espere unos segundos más para luego suspirar y hablar yo y dejar que el deje de emoción que comenzaba a asentarse dentro de mi creciera. —¿Por qué antes no te presentaste en algún momento? —pregunte casi despistadamente, la mera curiosidad se reflejó en mis improvistas palabras, el hecho de que ella estuviera ahí en ese instante se volvía algo raro, más no me molestaba, era imposible que lo hiciera. Con rapidez otra duda, algo tonta se formuló en mi mente y no la dude en preguntar.— ¿Hoy te veré? Algo parecido a una risa resonó en mi mente casi de manera inmediata, una tímida sonrisa apareció en mis labios a su par, esperé impaciente mente su respuesta, en lo que se formulaba su frase volví a entrar al baño para terminar de asearme y así poder marcharme finalmente al instituto. Me volví al lavamanos y tomé nuevamente el cepillo dental, estaba vez si tuve tiempo de cepillarme correctamente, el sabor mentolado llego a mi boca de inmediato y aún ella no respondía. Con la mente ocupada escuché de nuevo la voz característica de aquel ser. —¡Sí! ¡Será más tarde!— el entusiasmo fue fácil de percibir en ella, escupí la espuma que creaba la pasta dental segundos después y enjuague tanto el cepillo como mi boca con un poco de agua, al mirarme al espejo no pude evitar sonreír triunfante. El día había comenzado bastante bien, al menos ya mi parte animal había reaccionado de su letargo que parecía interminable y justo en ese instante tenía una respuesta afirmativa de mi cambio. —No sabes cuánto tiempo te he esperado. —murmuré bastante bajo, estuve segundos esperando una respuesta de su parte, pero al parecer ella decidió guarda silencio ya que nunca más contesto a nuestra corta conversación. Suspirando seguí con la rutina que iba a realizar en aquel instante. Noté a su par que la primera respuesta había sido ignorada quizás intencionalmente, intenté dejarlo pasar y tan rápido como llego el pensamiento se fue en cuestión de segundos. Me quité la ropa con gran rapidez para luego internarme a la ducha, con el cabello recogido entre a la ducha, me di a la tarea de regular la temperatura del agua e instantes después y de todo el proceso de lavado salí envuelta en una toalla y con ganas de irme de nuevo a la cama. Rehusándome mentalmente a salir de casa, termine por me irme a buscar algo de ropa ‘’decente’’ para salir de casa. El trayecto de ida a la escuela no era necesariamente largo, así que una vez que tuve puesto un par de jeans, junto a un suéter de color n***o, un par de tenis y eso fue todo, creo que no paso mucho más de quince minutos cuando ya yo me había marchado, decidí dejar el cabello tal cual estaba, con mi mochila en el hombro partí.                                                                                             §     El edificio se vestía delante de mi de manera imponente, sentí algo de nervios recorrer todo mi cuerpo, realmente estaba ansiosa y el hecho de mi loba me hubiese hablado después de largos años en silencio me hizo sentir peor. Estar rodeada de los lobos jóvenes de la manada me hacía sentir insegura, al menos las te primeras partes de toda la comunidad joven eran unos idiotas que solo tenían su cabeza metida en su ombligo. Respiré hondo en un intento de mitigar mis ganas de huir cuando segundos después de casi imperceptiblemente comencé a sentir un olor extraño, algo que jamás había captado en toda mi vida. Intenté ignorar ese aroma restándole importancia cuando comencé a caminar a la entrada de la escuela, pero de manera inoportuna este mismo comenzó a tomar forma, a recordarme algunas cosas de mi niñez, aromas que se arremolinaban en uno solo, ¿tabaco? ¿pino? ¿canela? ¿Cómo todos esos olores podían estar incluidos en uno solo y oler tan bien? Mire a mi alrededor con las mejillas sonrojadas, intentando ver si alguien más podía sentir esa fragancia, pero difícilmente había algún tipo de reacción en los demás. Intentando mantener la calma la voz de Rashka resonó en mi mente dejándome descolocada. —¡Es nuestro mate! ¡Ve a buscarlo! — grito eufórica, ansiosa y con un deje de felicidad. Definitivamente lo que comenzaba a sentir eran ganas de vomitar, dejando mi lado más sensible salir estuve a punto de huir cuando un gruñido por parte de la loba me hizo recobrar los estribos y comenzar a seguir el aroma al interior del edificio. Con los pasillos infestados de alumnos termine vagando sin demasiado rumbos, estaba comenzando a desesperarme, peor aun Rashka no termina de calmarme, solo me gruñía y me transmitía tus emociones por medio del vinculo que no sabia que teníamos, el aroma seguía nadando en el aire y todo alrededor seguía con calma y normalidad, en cuestión de segundos el aroma se intensifico y pude saber a quién pertenecía. Quede en shock unos instantes, fragmentos de mi sueño comenzaron a arremolinarse en mi mente, los lobos, los gruñidos, pero sobre todo mi miedo inclemente. Una silueta masculina estaba acorralando a una rubia contra los casilleros, tocando el cuerpo femenino de manera asquerosa, posesiva e irrespetuosa, intente no sentirme mal, pero finalmente hablábamos de Raymond Koch, Rashka estaba enojada, apena y un poco triste, su estado de ánimo paso de ser eufórico y feliz a triste y arrepentido, también enojado, esto ultimo exteriorizándolo con un gruñido para nada simpático. Al parecer él se dio cuenta de mi presencia en ese instante, o pude que haya escuchado mi gruñido, el punto es que él se volteo a verme, me miro sorprendido cuando comenzó a caminar hacia mí un poco consternado. Todo se dio en cuestión de segundos, no diré que le tenia miedo a este chico, pero estaba segura de que el no me agradaba, nunca nos habíamos puesto atención mutuamente, incluso yo misma había estado evitándolo, tanto a él como a su familia. Sin duda éramos la definición de polos opuestos, con la ligera diferencia de que no nos atraíamos, mientras que él venia de una familia acomodada y con estatus social, siendo hijo del Alpha de la manada, yo era una huérfana que fue criada momentáneamente por una traidora, yo era la paria en toda su fantasía de vida feliz y perfecta. Había dejes de maldad y crueldad en sus acciones, en su mirada, incluso en su andar, sentí repudio. Al final llego hasta quedar al frente de mí, me miro con arrogancia y prepotencia. Se miraba excitado, extasiado de la situación donde nos encontrábamos, yo en cambio solo practicaba la indiferencia en el exterior, pero por dentro mi corazón latía tan fuere que podía sentirlo en mis oídos, también estaba las quejas de Rashka.  Todos decían que era cruel, yo no sabía que pensar de él, yo lo sabía, pero me negaba a creer que me encontraba en esta situación, lamentablemente el hablo antes de que yo pudiera abogar por mí, —Poseyendo el nombre de Raymond Koch, hijo de Anthuan Koch, alpha de la manda Sila-Achlys, te rechazo a ti Charlotte Hunter, negándome a tomarte como mate y por consecuente futura luna de esta manada. — No esperaba menos de él, sentí la ira recorrerme, la tristeza y la pena llenar mi corazón de manera inmediata. Estaba un poco consternada, pero sobre todo el odio que este hombre había inyectado en mi corazón me hizo querer vengarme de toda la situación, toda la situación me impulso a decir las palabras que salieron de mis labios segundos después. No llore, me mostré fría y sin expresión en mi rostro, pero mi loba estaba llorando lastimada a causa del rechazo de este infeliz.   — Yo Charlotte Hunter, huérfana de la manada Sila-Achlys, acepto el rechazo de Raymond Koch como su mate y futura luna de su manada. — En su rostro se formó una mueca de dolor y tristeza. En un lugar muy dentro de mi interior sonreí ante su dolor, pero una vez más estaba sola.    
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