La piscina

648 Words
Hoy era un día estupendo. El sol brillaba y calentaba mi piel, papá y Estela se reían a montón dentro de la casa mientras ella le enseñaba a preparar galletas y Jack llegaría pronto de la universidad. Comencé a chapotear en el agua de la piscina con mis pies descalzos, de la manicura que me había esculpido Marcy Anderson hace unos días ya no quedaba ni la sombra. Me cubrí los ojos con una mano y contemplé las esponjosas nubes en el cielo. Dios mío, adoraba el verano, el tiempo libre, la sensación tibia en todo mi cuerpo durante los días y los interminables paseos con mi familia, que era más grande desde hace algunos meses. —Hey, Sami. –Luka, mi hermanastro, tomó asiento a mi lado en el borde de la piscina. Abrí los ojos, un tantito sorprendida de que él mismo se hubiese acercado a mí. No es que mi hermanastro fuese un mal niño ni nada por el estilo, solo que era algo tímido. Pero estaba convencida de que con el tiempo los dos seríamos como hermanos de verdad. Sabía que solo era cuestión de tiempo y ya comenzaba a ver los progresos. Le dediqué una sonrisa pequeñita, de esas que me da el doctor cuando no quiere espantarme de buenas a primeras durante una consulta. —¡Luka!¿ Decidiste acompañarme a tomar el sol? –Observé con admiración el intenso brillo que parecía desprender su cabello debajo de esta luz. Se elevó de hombros. Su gesto tan inexpresivo que a veces me cuestionaba su capacidad para sentir emociones. —Podría decirse que si. —Pues eso es genial, me alegra mucho que estés conmigo. Mamá siempre me decía que es más divertido comer un helado con tus amigos que estando sola. Vale, no es como si estuviesemos comiendo helado ahora...Pero tú entiendes lo que quiero decir, ¿No? Oh no. Estaba hablando demasiado otra vez. Cerré los ojos. Cálmate Samanta, no estropearás la primera muestra de interés que tiene tu nuevo hermano contigo. Parpadeó, aturdido por un momento con mi implacable lengua antes de asentir lentamente. —El clima es muy agradable hoy, ¿No crees? No recuerdo haber visto un cielo tan bonito nunca. —¿Quieres ir a nadar un poco? Asentí frenéticamente. —¡Claro! Me encantaría, eso sería asombroso. Más que asombroso en realidad, alucinante... –Detallé los jeans holgados y la remera de manga larga azul que llevaba puestos. —Pero tu no tienes tu traje de baño pues... Y eso fue todo. Luka me había tomado del cabello y sumergido mi cabeza en el agua. Había pasado de la confusión, al miedo y a la impotencia en menos de un segundo antes de que ese ciclo comenzase de nuevo. No podía respirar. Necesitaba toser y aquello solo lograba empeorarlo todo. No conseguía moverme, tenía un peso enorme encima de la parte de mi cuerpo que todavía estaba en la superficie y mis brazos eran apresados por un par de manos frías. ¡¿Por qué Luka estaba... ?! ¡¿Qué intentaba hacer?! ¡¿Dónde estaban mi papá y Estela?! Todo lo que podía ver eran las burbujas de aire que salían de mi boca. Mis ojos ardían como si me los estuviesen arrancando y tenía la sensación de que mis pulmones estaban siendo acuchillados por el cloro del agua que estaba tragando. Necesitaba aire. Necesitaba respirar. Necesitaba salir de ese maldito lugar inmediatamente o no lo haría nunca. Mi boca no paraba de abrirse desesperada en busca de un oxígeno que estaban negados a darle a mi organismo y aquello comenzaba a ser agotador. Tenía la impresión de que llevaba horas en esa tortura para cuándo mi pulso empezó a ceder. Había dejado de moverme sin darme cuenta y ya no estaba rodeada de toda aquella agua. Todo era n***o, y yo estaba sola.
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