PRÓLOGO

1589 Words
Luka — ¿Por qué lloras, mami? — Jean la observa fijamente, ese es el problema de tener tres hombres increíblemente inteligentes en la familia, que, como única mujer, la pobre Gia siempre está en desventaja, me pregunto si mis hijos serán como yo, hackers o algo por el estilo. — Porque estoy realmente contenta, es vuestro primer día de escuela primaria — Los niños se ríen, ella se arrodilla y los abraza. — Eres una exagerada — Le digo frunciendo el ceño y poniéndome las gafas de sol, aunque el día está un poco nublado. Mis bebés ya tienen 6 años y medio, es increíble cómo ha pasado el tiempo. — ¡Hola! ¿En serio está llorando? — Bastien se acerca a nosotros, su segundo hijo, Lyan, empieza la escuela con los nuestros, los tres son los mejores amigos. — No te burles, es una mujer sensible — Le digo y miro a Gia que aprieta los dientes, estoy seguro de que quiere golpearnos, odia que hablemos de ella como si no estuviera en el mismo lugar que nosotros. — ¿Y Rita? ¿Ella no llora? — Pregunta Gia sin dejar de abrazar a los niños, va a asfixiarlos. Bastien hace un gesto que nos produce una sonrisa. — Él es quien llora, se está haciendo el duro frente a ustedes, luego llegará a casa y se pondrá a llorar y yo tendré que calmarlo — Me encanta Rita, es un poco tímida, pero cuando habla, lanza dardos de los que tienes que buscar rápidamente como defenderte. — ¡Eres un hipócrita! — Le dice Gia a Bastien y todos nos reímos y Gia por fin deja que los niños entren a la escuela, tomo su mano y sonrío, ella frunce el ceño. — ¿Te sientes bien? — Me pregunta, aprieto su mano y asiento, aunque sé que no me cree y odio verla preocupada, no quiero que pase su vida en una inquietud constante por mi salud— ¿Cariño, estás seguro de que te sientes bien? ¿Luka? ¿Luka? ¿Estás seguro? Su voz ha cambiado, se ha vuelto más masculina, ronca, abro los ojos para encontrarme en la penumbra, las cortinas de mi oficina están cerradas, me he quedado dormido después de una larga jornada de trabajo. — ¿Estás seguro? ¿Vas a firmar los papeles? — Rozo me observa detenidamente, ha pasado casi un año desde que dejé a Gia y solo la vi en la celebración conjunta de los seis años de los niños, cada día la extraño más, los extraño a los tres como un condenado, pero ya no soy quien era antes, ella no merece a un hombre a medias, que se encuentra devastado por el dolor. Así que veo a los niños que ya tienen seis años algunos fines de semana, cuando me siento bien, lo que para mí ahora ya no es suficiente. — Sí, al fin y al cabo, está mejor sin mí — Hoy ha sido el primer día de escuela de los chicos y soñar con ese momento no es conveniente, les prometí irlos a buscar al final del día y debo hacerlo, solo que no quiero verla, sé que no podría soportarlo, me ha enviado los papeles de divorcio, estoy seguro de que se cansó de llamarme, de pedirme una explicación y ha decidido retomar su vida. — Está saliendo con el científico, la ha acompañado a la escuela — Lo sé, Bastien, me lo ha contado y casi muero de la ira y la frustración, no tengo la menor idea de cómo hicieron para reencontrarse después de tantos años, pero voy a averiguarlo. — Quiere divorciarse por él, ¿Verdad? — Lo he pensado mucho, sobre los papeles de divorcio, si se los firmo perderé la oportunidad de volver a estar con mi familia y si no lo hago, ¿podré vivir momentos como el sueño que acabo de tener? ¿Quién me lo asegura? — Eres un imbécil, ¡quiere el divorcio porque la dejaste sola con dos hijos! — Rozo levanta la voz, ya no soy su jefe, soy su amigo y cliente y se toma la libertad de tratarme como se le da la gana. — No grites, sabes... — Que no soportas los gritos, que nunca los has soportado, pero en este momento me importa una mierda tu puto trauma. Te estás equivocando Luka, esa mujer daría la vida por ti — Rozo golpea mi escritorio y yo rechino los dientes — ¿Han descubierto algo? — Niego con la cabeza, estoy cansado, aunque ahora me siento menos débil que antes. — No, pero los dolores de cabeza han empezado a disminuir y estoy recuperando la fuerza muscular — Le digo, me han hecho muchos exámenes y al parecer todo está mejorando, pero solo son hipótesis, no hay nada seguro. — ¿Cuándo tuviste la última crisis? — Cierro los ojos, me he acostumbrado a permanecer con las ventanas cerradas, pero en realidad ahora soporto mucho más la luz. — Hace casi dos meses — Rozo se sienta frente a mí y sonríe. — Eso es un buen indicio ¿Por qué dices que nada ha avanzado? — Levanto la mirada, Rozo es como un grano en el culo o un perro sabueso detrás de su presa, no te deja en paz hasta que consigue lo que quiere y es peor cuando viene acompañado de Thomas. — Porque puede ser algo aleatorio, porque puede volver y más fuerte o no hacerlo más, nada es seguro — Le digo, tengo el mal sabor en la boca, de sentir la felicidad durante un momento y darme cuenta de que ha sido solo un sueño y que el que acompañaba esta mañana a Gia no era yo, sino el imbécil del bueno del científico. — Tienes que volver y recuperar a tu mujer — Me dice Rozo enfadado y yo lo miro con los ojos entre cerrados. — ¿Y qué le digo? ¿Supe que quieres rehacer tu vida y como soy un macho narcisista y egoísta he vuelto por lo que es mío? — Comento irónicamente. — Déjate de idioteces, dile la verdad, con eso será suficiente, al parecer no aprendiste nada de lo que les pasó hace años, siempre con tu puto complejo de mártir — Me dice un poco agresivo, Rozo y Thomas nunca han estado de acuerdo con que me alejara de Gia sin decirle la verdad, al igual que Bastien, que como ellos me lo recriminan todo el tiempo, hasta ha llegado a compararme con el bueno para nada de su hermano Enzo. Solo que ellos no han sufrido ni vivido lo que yo he tenido que pasar, llegar a sentirte tan débil que sabes que no podrás servir para nada en tu casa, ni siquiera podrás ayudar a tu mujer a llevar a los niños a la guardería o a cambiar una bombilla, la fatiga te controla y no tienes ni idea de cuándo va a llegar una crisis y cuando esta va a ser definitiva y la última, que podría acabar contigo en un segundo. — ¿Cómo tú con Ariana? Tampoco es que hayas aprendido mucho y andas de mártir dejando que tu hija pase su tiempo con el diseñador — Le digo y sé que estoy poniendo el dedo en la llaga, Ariana está a punto de casarse con el imbécil del diseñador, y Rozo no ha hecho absolutamente nada para impedirlo. — No tiene nada que ver, no estamos casados y ella ha decidido rehacer su vida con su eterno novio — Gruñe Rozo. — Pero tiene una hija contigo, están enamorados y aparte del imbécil del diseñador al cual puedes sacar fácilmente del camino, no entiendo cuál es el problema — Rozo frunce el ceño y se levanta de la silla, se sirve un vaso de whisky y lo toma de un trago. — Es complicado, ella no está enamorada de mí como lo está Gia de ti y yo estoy bien con el acuerdo que tenemos sobre la custodia de Viena — Me dice, volviendo a tomar otro trago. — Pero te jode verla con el diseñador — Le repito. — ¿Y a ti verla con el científico, vas a dejar que se ocupe de tus hijos? — Eso está claro que no voy a permitirlo, de mis hijos me ocupo yo. — ¿Y tú vas a dejar que un diseñador, vista a tu hija? — Sé que eso ha sonado un poco cruel, pero no entiendo por qué me juzga cuando se encuentra en la misma situación y sin ningún motivo aparente. — Dime ¿Qué vas a hacer? — Típico de Rozo, si algo lo molesta no responde ¡Nos parecemos bastante! Lo que sucede es que ahora mantengo en una constante tensión, esperando que los dolores de cabeza vuelvan o me suceda algo peor, como lo que pasó hace un año, entonces solo puedo hacer lo que Gia desea. — Firmar los papeles — Respondo. Tal vez no lo haga hoy, voy a ver a mis hijos y no quiero pensar en el divorcio. — Eres un imbécil, me cansé de perder el tiempo contigo — Rozo sale de mi oficina y yo aprieto los puños, el día que me casé con Gia, juré protegerla y hacerla feliz, aunque para eso tuviese que alejarme y partir en mil pedazos mi corazón y eso, es precisamente lo que estoy haciendo ahora.
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