Capítulo 22: Estrés II

1310 Words
— ¿Estás segura? ¿Eso fue lo que dijo? — Gia cierra los ojos intentando concentrarse, cuando estás asustado ante un hecho o alguien desconocido puedes distorsionar la verdad, necesito que esté segura — ¿Mencionó a Jean? — Mueve su cabeza negativamente. — No, no lo mencionó, fui yo la que lo dije, pregunté que sí era su padre y él dijo que sí, que pensaba que yo no lo reconocería — Frunzo el ceño, algo no cuadra. — ¿Le preguntaste si era el padre de Jean? ¿Dijiste Jean? — Gia me observa un momento, está empezando a exasperarse, la conozco y sé que detesta cuando me pongo inquisitivo. — ¿Qué sucede Luka? ¿Quién es ese hombre? Porque lo conoces, así que vas a dejar de hacerme preguntas y vas a decirme quién es — Me llevo la mano a la frente. — Voy a decirte quién es, solo necesito saber si mencionaste a Jean, es todo — Ella frunce el ceño y me observa fijamente. — Te duele la cabeza —Dice de un momento a otro, noto su preocupación y mi corazón se llena de ternura al saber que soy importante para ella y que puede notar cualquier cambio en mí, pero ahora no es el momento. — No es nada, he tomado algo — Le digo, necesito que se concentre, es importante — Respóndeme por favor — Se muerde los labios y niega con la cabeza. — No recuerdo muy bien, pero creo que no lo dije — Vuelve a fruncir el ceño, necesito que esté segura — No lo dije, solo pregunté que si era el padre — Intento recrear la escena en mi cabeza, Gia se encuentra en el aseo de damas con un hombre que nunca ha visto en su vida, el hombre le dice que quiere ayudarla y conociéndola, estoy seguro de que ella insistió en saber quién era y pensó que era el padre de Jean — ¿Por qué es tan importante? — Vuelvo a tocarme la frente, tendré que hablar con Philipho y aclarar lo que le dijo a Gia, él nunca me ha ayudado. — Porque es muy extraño que Philipho Makris quiera ayudarme o ayudar a alguien cercano a mí — Me alejo de la cama, para mí no es fácil hablar de él o reconocer que tiene algún tipo de parentesco conmigo — Es mi padre — Digo rápidamente, dándole la espalda a Gia — Es mi padre biológico — Empuño las manos, me siento frustrado, porque pudo llegar hasta Gia sin que yo me enterara. — ¡Luka! — Escucho como la cama hace ruido y sus pasos delicados se acercan, siento sus brazos rodeando mi cintura y como su cara se apoya contra mi espalda — No debe ser fácil para ti saber que ese hombre está cerca — Por eso la amo, porque ella puede ver más allá de lo que le muestro al mundo. — Según la prueba de ADN, Jean y yo compartimos un gen masculino — Le digo y siento como su respiración se detiene, ha comprendido. — ¿Entonces Jean es también tu hermano? — No quiero pensar en eso, es tan extraño que mi mente no logra asimilarlo. — Eso parece — Gia sigue abrazándome, tomo sus manos entre las mías y aprieto con fuerza, durante estos siete años, a pesar de todos los inconvenientes que hemos tenido y del tiempo que hemos estado alejados, ella ha sido mi fortaleza, mi motor. — No sé si es el momento adecuado para hablar de esto, pero hoy me he visto con Damien — Mi cuerpo se tensa de inmediato, es algo inconsciente, a aparte de los celos que me produce escuchar hablar de ese hombre, hay algo en él que no me gusta. — ¿Y ha quedado todo claro? — No quiero tener problemas con Gia por ese tipo. — Luka, si Jean no estuviese en peligro, ¿habrías vuelto conmigo? — Su pregunta incrementa mi migraña. — No — Respondo y siento como su cuerpo y su mente se alejan, sostengo sus manos y no la dejo partir — No lo hubiese hecho en este momento Gia, porque soy terco y pensaba que ustedes estaban mejor sin mí, sin una versión enferma — La escucho suspirar — Esperaba que pudieras rehacer ti vida y había decidido cuidarlos desde lejos, pero soy un hombre egoísta, demasiado y sé que no hubiese soportado perderte — Aleja sus manos y yo dejo que se vaya. — ¿Pero habías renunciado a mí, a nuestra familia? — Me dice. — Me había alejado, pero sabía que seguías siendo mía y que yo seguía siendo tuyo — Me vuelvo, está de pie cerca de la cama — Me costó darme cuenta de que podía perderte para siempre, si no hubiese sido por Jean, hubiese vuelto a ti porque nunca hubiese soportado que fueras de otro — Ella me mira furiosa. — Eres un puto posesivo, no soy tu posesión Luka — Grita. En un impulso, me acerco a ella, la abrazo y la beso con fuerza. — No lo eres, eres mi amor, siempre lo has sido — Susurro contra sus labios — El día que nos casamos juré que te protegería y que haría todo lo que estuviera en mis manos para hacerte feliz, hasta alejarme si era preciso — Repito parte de mi juramento. — Pero te fuiste — Susurra tomando mi cara entre sus manos. — Mi mayor error, así que, si no hubiese pasado lo de Jean, hubiese regresado a ti, porque tu felicidad es lo más importante para mí — Nuestras frentes se unen y sé que ella ha comprendido, no quiero dudas entre nosotros — Él te hizo dudar ¿Verdad? — La conozco muy bien. — Luka yo... — Llevo mis dedos a sus labios. — No importa, él está equivocado y ha buscado una forma de crear la duda entre los dos, pero esa duda no existe Gia — Me alejo y la miro a los ojos — Yo te amo, esa es la única verdad — Parpadea y sus ojos se llenan de lágrimas. — Y yo a ti, te amo Luka, pero tengo miedo, no quiero perder a Jean — La abrazo y en este momento, me encantaría quedarme así, pegado a ella. — No vamos a perderlo, lucharemos por él — La alejo y la miro a los ojos — Tengo que irme, voy a acabar con esto ahora mismo. — ¿Vas a ver a tu padre? — Cierro los ojos. — Ese hombre no es mi padre, ni el de Jean — No dice nada, todo está claro. Salgo de la habitación y me dirijo al escolta. — ¿Dónde está? — Voy a acabar con esto de una vez. — En mi oficina — Responde Thomas. Un segundo, antes de entrar a la oficina de Thomas, mis manos comienzan a temblar, por el camino desde el hospital hasta aquí intenté visualizar su cara cuando yo era niño y solo pude pensar en la mía. Antes de abrir la puerta me juro que a pesar de nuestro parecido físico, jamás seré como él. — Philipho — Digo en el momento en que lo veo frente a mí, no ha cambiado de aptitud prepotente y autoritaria, pero ya no soy un niño, ya no le tengo miedo. — Hijo — Me dice y siento como la sangre me hierve. — Yo ‐ no - soy - tu - hijo — Le digo con mi mandíbula apretada — Y Jean tampoco — Observo como frunce el ceño en una cara muy parecida a la mía ¡Maldita sea! —Estás equivocado, por supuesto, que Jean no es mi hijo — Lo miro extrañado. ¿Qué diablos?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD