Regreso tarde de la oficina, porque tuvo una reunión de trabajo algo complicada y en cuanto se dieron las siete, salió de prisa para llegar a casa y relajarse. Iván dijo que llevaría la cena, así que no se preocupó por cocinar y se sentó en su sillón favorito con las piernas debajo de su cuerpo, esa posición era muy cómoda, aunque solo la soportaba un rato. El timbre de la puerta la sobresalto, no sabía cuanto tiempo paso en la misma posición, ya que se había perdido en sus recuerdos, otra vez y solo supo que los músculos doloridos de sus piernas protestaron y hormiguearon cuando se levantó del sofá. Abrió sin poner demasiada atención o preguntar quién era porque, casi estaba segura de que era Iván, la había llamado para preguntarle que quería cenar, como tantas otras veces lo había hecho.