Vístanla

1602 Words
Abro los ojos con mucha calma, la luz, que no es mucha, me molesta y la cabeza me duele de forma impresionante. Tanto, que hasta el sonido de la lluvia cayendo me molesta. Observo una ventana abierta y la lluvia caer, mientras mi mente trata de recordarme todo lo que sucedió anoche y mi cuerpo sensible ante el roce de las suaves y frescas sábanas me confirman que he pasado la noche con Alexandro. — Debes marcharte — Escucho una suave pero autoritaria voz de mujer y vuelvo mi cara hacia el otro lado, estoy acostaba boca abajo sobre la cama y de solo ver la majestuosa presencia de la mujer que acaba de hablarme, mi respiración se detiene por un segundo, mientras hago todo lo posible por cubrir todo mi cuerpo con la sábana — Y debes hacerlo, ahora. Muchacha — Parpadeo en repetidas ocasiones. Frente a mí, vestida con un regio traje pantalón azul rey, la mujer más imponente y hermosa que he visto en mi vida, me observa con sus increíbles y penetrantes ojos oscuros. La madre de Alexandro, la reina Rania. — Lo siento, su majestad. Pero no tengo nada que ponerme — Respondo observando la amplia habitación de Alexandro y sosteniendo la sábana con fuerza contra mi cuerpo. — No he logrado entenderte, muchacha. Es hora de que te vayas — Me repite y la forma condescendiente en la que me habla, además de que pareciese que nos encontrasemos en el siglo pasado, hacen que mis nervios afloren sin control. — Mi nombre es Keira y no tengo ropa para vestirme — Le repito sentandome en la cama con mucho cuidado de no mostrar mi cuerpo desnudo. — Sé como te llamas, muchacha — Me dice y rechino los dientes al escuchar denuevo su estúpido apelativo. Observo cómo mueve ligeramente su mano derecha y dos mujeres que no había visto, se materializan frente a mí y tiran de mis brazos. — No, no me toquen —Les digo, luchando contra ellas que se vuelven más insistentes. — Vístanla — Ordena la reina y las mujeres tiran de la sábana que permite cubrirme, llevo mis manos hasta mis senos y doblo las rodillas. Un tercera mujer, se detiene frente a mí mientras sus compañeras me obligan a levantarme. Bajo la mirada llena de vergüenza; me siento expuesta ante estas mujeres que no conozco y ante la reina que nos observa con fijeza. Siento la suave textura de un delicado vestido verse musgo deslizándose por mi cuerpo hasta cubrir mis tobillos — Ahora puedes irte y espero no volver a verte — La reina se pone de pie después de indicarme por tercera vez que debo irme. — ¿Dónde está Alexandro? — Pregunto y la reina que camina dándome la espalda, detiene sus pasos. Puedo sentir su tensión y de inmediato sé que he hecho algo mal al ver la expresión aterrada de las mujeres. — Príncipe Alexandro, para ti — Me responde y sin mostrar ningún cambio en su expresión o acercarse, continúa hablando — No sé por qué te encuentras en su habitación y no me interesa conocer tus motivos para ofrecerte a un hombre que acaba de anunciar su compromiso. Sin embargo, los sentimientos de mi hijo, el príncipe, son otra cosa y cuando el me pide deshacerme de algunos aspectos incómodos de su vida, lo hago, porque su bienestar es primordial para mí — La oscucho sin dejar de mirarla y a pesar de que mis ojos se han humedecido ante sus palabras, continúo de pie mirandola con lo poco que me queda de orgullo — Ahora, las chicas van a acompañarte a la salida del servicio y vas a alejarte de aquí sin hacer el mínimo escándalo. Alexandro y su prometida deben seguir con sus asuntos y no ser interrumpidos — Una de las mujeres me entrega un sobre cerrado — Esto es para agradecerte por los servicios prestados esta noche. Que tengas un buen día, muchacha. La reina sale de la habitación y mi cuerpo se niega a cooperar y moverse. He vuelto a caer en su hechizo, soy una idiota porque sé que Alexandro no es una buena persona y por todo lo que ha pasado, posiblemente tenga algo que ver con Serena y mis sueños y sin embargo, no puedo dejar se desearlo y de verlo y cada que está cerca, pierdo el control y hago todo lo que él desea. Debo salir de este lugar, olvidarme de Alexandro y seguir con mi vida. — Gracias, no lo necesito — Digo devolviendo el sobre a la mujer que acaba de entregármelo — Y no se molesten, conozco el camino — Salgo de la habitaciones de Alexando y durante un segundo intento controlar mi respiración y mis lágrimas ¡No voy a llorar en este lugar! Atravieso la cocina bajo la atenta mirada de varias mujeres y algunos hombres que se encuentran al parecer tomando el desayuno, mi vientre se queja y soy consciente de que no he comido nada en horas. Las tres mujeres que se encontraban conmigo en la habitación, llegan apresuradas hasta la cocina, me vuelvo al escuchar sus exclamaciones e inclino la cabeza, indicándoles que pueden estar tranquilas y salgo del palacio. Continúa lloviendo y siento como mis pies descalzos se llenan de barro y de hierbas. Desciendo una escalera lateral que estoy segura de que me permitirá llegar más rápidamente a la entrada del palacio, donde se encuentran los guardias. — ¡Oye! — Unos fuertes brazos cierran ni cuerpo húmedo contra otro cuerpo, grande y caluroso. Mi cabello, desordenado y mojado cubre mis ojos, impidiénome ver al hombre que me ha abrazado — Keira ¿Qué haces aquí? ¿Estás descalza? — Levanto la mirada y no logro contener mis lágrimas, levanto mis brazos y rodeo su cuello, empinandome para fundirme en su caluroso abrazo, que no sabía que necesitaba con tanta urgencia. — Jazz. Sacame de aquí por favor — Es lo único que logro decir y él como lo esperaba, me toma de la mano y me lleva hasta un antiguo y hermoso cadillac, mis manos tiemblan, así que Jazz cierra mi cinturón de seguridad y mientras nos acercamos al portón de entrada, obsobservo el imponente edificio y pienso en mi vida. Observo a Jazz conduciendo y recuerdo nuestra vida juntos, antes de que yo empezara a soñar con Serena y de conocer a los príncipes Alexandro y Nil ¡Eramos tan inocentes! — ¿En qué momento mi vida se convirtió en todo esto? — Susurro tronando los dedos de mis manos. — ¿Qué ha pasado Keira? ¿Te has peleado con Nilo? — Me vuelvo a mirar a Jazz ¿Por qué habla de él? — Todos hablaban de ti esta mañana, llegaste con él a la fiesta de compromiso del príncipe Alexandro ¿Te ha hecho daño? — Niego con La cabeza y limpio mis lágrimas. — No, para nada.Él es una buena persona, es solo que no creo estar preparada para este mundo — Le digo y me vuelvo a mirar por la ventana. Hemos dejado el castillo. — No sé si Nil sea una buena persona, no me genera confianza y creo que algo extraño pasa entre él y Serena — Me giro a mirarlo ¿él y Serena están mal? ¿Acaso Nilo y ella piensan volver a estar juntos? — ¿Por qué lo piensas? — Le pregunto de inmediato. — No lo sé, Keira. No me prestes atención — Jazz me deja en casa y me doy una ducha, como algo y me dirijo al taller. — ¿Entonces princesa? ¿Todavía te mezclas con los pobres plebeyos? — Me grita el chico más idiota del taller. — Dejalo estar, Roberts. Ve a trabajar y dejate de idioteces — Roberts vuelve a mirarme y se aleja — Keira, necesito hablar contigo — Levanto la mirada y Mila sube sus hombros, indicándome que no tiene ni idea de lo que quiere decirme su padre. — Necesito que te encargues personalmente del Cámaro del príncipe, lo han vuelto a traer — Me dice sentándose en la silla de su desordenada oficina, no entiendo como puede encontrar algo en este lugar. — Jefe, no entiendo nada. El auto está en perfectas condiciones y sabe que estaba trabajando en otro y... — Roberts se ocupará — Me responde y toma unos documentos que empieza a revisar. — Jefe ¿Sucede algo conmigo? ¿He hecho algo mal? No entiendo porque va a asignarme un auto en perfectas condiciones — Empiezo a enojarme y me va a costar muchísimo controlar mi mal humor. — Keira, no es nada personal. Necesitaba a alguien para ocuparse de él, así que ve a trabajar — Me dice. — No me dejaste trabajar con Jazz, me quitas los autos en los que trabajo ¿Tienes algo que decse? ¿Qué diablos te pasa? — Golpeo con fuerza su mesa y sé en ese momento que me he pasado. — Vas a hacer lo que te he pedido y agradece al príncipe que pidió fueses tú la unica que se ocupara de su auto, o en este momento estarías fuera de mi taller. No vuelvas a hablarme de esa manera. Si te follas o no al príncipe Nilo, no es mi problema y no cambia tu situación en este lugar — Cierro los manos en puños ante su comentario — Ve a trabajar, el príncipe Alexandro no es tan idiota como su hermano, ve y revisa su auto, que lo quiere en perfectas condiciones.
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