El apartamento de Matt era tan cálido y acogedor como siempre. En la pared colgaban sus momentos más felices, era como si su juventud se hubiera quedado congelada en el tiempo y Nathan recordó lo inocentes que habían sido en aquel entonces. De hecho, él siempre se había sentido atraído por esa pared cuando iba por allí, pues le hacía recordar sus mejores años. Y a Sansa Adams… —Realmente extrañas a mi hermana, ¿verdad? Lo digo porque lo primero que haces siempre al entrar aquí, es mirar esas fotos — le dijo Matt, con una leve sonrisa en el rostro mientras se acercaba a él por detrás. —Es que puedo evitarlo. No. Definitivamente, la memoria es caprichosa — respondió Nathan con un aire triste y, al apartar la vista de la pared y girarse para dirigirse a Matt, descubrió que el hombre lo est