Calia Una semana después… — Quiero una casa así – dije mirando a Constantin qué estaba masajeando mis pies. — ¿En la playa? – me mira y asiento con la cabeza, sonríe. – Podemos buscar una casa así, ¿quieres qué busquemos? — Sí, sí quiero – digo emocionada, le quitó mis pies y me senté a su lado. — Bien, busquemos casas y podemos ir a verlas para qué la qué más te guste sea nuestro nuevo hogar. Asiento emocionada, Constantin se ríe, se inclina a besarme la mejilla y va por su computadora. Tomo mi cerveza y le doy un trago, robandole un nacho al plato de mi esposo, cuando regresa no dice nada y se sienta a mi lado. Lo veo teclear algunas cosas y de pronto aparecen muchas casas. — Ya tendré un pretexto de tener un bote – dijo mientras acomodaba su computadora para qué pudiera verla