―Hijo mío, ¿qué ha pasado? ¿Dónde está el doctor? ―preguntó Anna en español, con su voz cargada de ansiedad. Reinaldo, con la mirada clavada en Charlotte, respondió con un tono serio que no dejaba traslucir sus emociones: ―Madre, vamos a hablar. ―Pero dímelo aquí. ¿Es grave? ―Si. En eso, Anna se levantó, y mirando a Charlotte con una sonrisa le dijo tocando su cabeza: ―Ya venimos mi niña. No te asustes ¿ok?―Le hizo una sonrisa tranquilizadora. Charlotte, con la mirada fija en Reinaldo, asintió lentamente. Sus pensamientos corrían a mil por hora: «¡Oh! Espero que el doctor no le haya dicho que esto de mi amnesia... puede que sea mentira. Aunque no creo, porque con lo que me sucedió, más bien estaría hablando con mis padres en el cielo o quién sabe dónde» Reinaldo y Anna salieron de