Admirando el paisaje cambiar a través de la ventana del taxi, Maison se sentía feliz por haber logrado que Mariza aceptara fácilmente intercambiar su turno con él.
Recordando haber prometido que le avisaría a Roniel cuando fuera en camino, Maison sacó su teléfono y le escribió. Inmediatamente, su mensaje fue leído y a los escasos segundos, respondido, con un dulce "te espero".
Sintiendo algo de ansiedad y nerviosismo porque por fin podría pasar tiempo de calidad con su pareja, y que este fuera real, el resto del viaje al complejo departamental en el cual vivía Roniel se le hizo corto y rápido.
—No puedo seguir más adentro —informó el chofer del taxi una vez se encontró con una caseta de seguridad que custodiaba la entrada a los edificios departamentales detrás del portón.
Y siendo que Roniel no era el único famoso que vivía en aquel lugar, Maison comprendía perfectamente por qué la seguridad era tan estricta incluso antes de que entrara al edificio.
—Está bien, no se preocupe —anunció regalándole una pequeña sonrisa.
Sacando su billetera del bolsillo de su pantalón, le entregó dinero al hombre mayor. Bajándose del automóvil con su mochila sobre su hombro, se dirigió a la caseta de seguridad.
—Hola, he venido a ver al señor Roniel Steele —anunció.
Su mirada se concentró en una mujer con expresión hosca, su vestimenta era completamente de n***o como un uniforme, destacando con un bordado amarillo en la esquina superior de su camiseta que pertenecía a una empresa de seguridad privada.
—Nombre —pidió, desviando sus ojos hacia el computador que había en una esquina del pequeño cuarto.
—Maison Huntoon —contestó y esperó.
Asintiendo como si comprobara su información, la mujer apretó uno de los tantos botones en el tablón de la mesa y una pequeña puerta, hecha igualmente del material del portón, se abrió automáticamente.
—Es el edificio "B" No puedes tomar fotografías con cámaras o celular, si te atrapo haciendo aquello, te sacaré inmediatamente. No te desvíes de tu camino, te estaré vigilando —advirtió, señalando una de las tantas pantallas que ocupaban la pared de la habitación.
Asintiendo, Maison respondió la personalidad dura de la mujer con una sonrisa leve antes de alejarse y adentrarse al complejo departamental, preguntándose cuántas personas habían intentado ingresar para atrapar a algún famoso desprevenido y así capturar alguna foto vergonzosa.
Aunque entendía que el trabajo de ciertos periodistas y fotógrafos era capturar cualquier momento interesante de los famosos, a la vez, encontraba totalmente injusto que estos tuvieran que luchar tanto por conseguir privacidad, algo que todo ser humano debería de tener sin esfuerzo.
Negando, Maison se detuvo en el edificio que anunciaba ser el departamento "B" Gracias a la gran letra moderna que llenaba la parte frontal del edificio.
Subiendo los tres escalones, las puertas de vidrio se abrieron automáticamente ante él, mostrándole a Maison el hall de la entrada de un tono tan blanco, que sus ojos dolieron.
Desde el piso, el techo, las paredes, los muebles y luces, todo parecía tener un tono blanco, que variaba levemente en los tonos.
Blanco perla, crema, tiza, frío, puro, y seda.
Afortunadamente, la joven mujer detrás del escritorio no utilizaba ropa blanca, sino que un traje parecido al que utilizaría un ejecutivo con un importante puesto en la empresa.
Y los dos hombres que custodiaban las ascensores, estaban vestidos igualmente como la mujer en la entrada del complejo.
—Necesito su nombre completo, que me diga a quién ha venido a visitar y con qué motivo para verificarlo en el sistema —indicó la mujer con un falso tono amable, señalando la computadora en su escritorio.
—Yo...
—No es necesario que lo compruebes —anunció la voz de Roniel.
La mirada de Maison inmediatamente viajó por hall hasta encontrarse con la figura de su pareja parado entre los dos hombres de seguridad.
—Señor Steele —pronunció la mujer, parándose rápidamente de su escritorio para inclinar ligeramente su cabeza hacia adelante, juntando sus manos frente a ella.
Sin darle una mirada, aquellos ojos grises se posaron en él, y a pesar de la brillante sonrisa en ese apuesto rostro, Maison no pudo sentir aquel brillo que resplandecía de Roniel cada vez que se encontraban.
—¿Qué haces ahí parado? Solo ven —indicó, moviendo su mano.
Acercándose, Maison luchó por ignorar la mirada de las tres personas en el hall y se detuvo frente a su pareja.
Sonriéndole, Roniel rodeó sus hombros con un brazo y le dirigió por el pasillo.
—Me alegra que hayas podido venir, realmente necesitaba tu ayuda con ese televisor —anunció su pareja, lo que hizo que Maison frunciera sus cejas.
—¿Televisor? —repitió, observándole confundido.
—Sígueme la corriente —murmuró por lo bajo y le guiñó un ojo.
—Claro —pronunció Maison, sintiendo esa pequeña incomodes porque tuvieran que fingir otra vez.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron, ambos subieron y Maison le observó.
—Aún no —rechazó su pareja.
Asintiendo, Maison volvió su vista al frente y observó su reflejo en aquellas puertas doradas, contemplando que, más que una pareja, ambos parecían un par de amigos cercanos y nada más.
Cuando el ascensor se detuvo un par de pisos antes, Roniel lo soltó incluso antes de que las puertas se abrieran y agarró una gran distancia de él, fingiendo que no estaban juntos.
Mordiendo el interior de su mejilla, Maison esperó en silencio hasta que las puertas se abrieron nuevamente en el piso que su novio había elegido y se bajó al igual que este.
—Siento todo esto —anunció repentinamente Roniel, caminando a su lado—. La chica en el hall era nueva, por lo que no sabía que puedes subir sin problemas —explicó.
—¿Y lo otro qué? —preguntó, observándole de reojo.
—¿Lo otro? —repitió, deteniéndose frente a una puerta.
—El ascensor —respondió Maison.
—Oh, eso... —pronunció y alejó su mirada para ingresar un código en el pequeño panel al lado de la puerta—. Sé que fue grosero, pero aun entre los famosos, los rumores corren y con más rencor que si lo hubiera iniciado un periodista o algún fan —explicó—. Fue por nuestro bien mutuo.
"Bien mutuo" Pensó Maison, sintiendo algo extraño en su pecho.
Ingresando en el departamento de su pareja una vez que este abrió la puerta, se encontró con los mismos tonos blancos del hall, aquellos que habían estado la última vez que vivió ahí.
—Creí que dijiste que le darías algo de color al lugar —comentó, internándose.
—Sí, pero no he tenido tiempo y realmente, me he encariñado con la apariencia de este lugar, de todas formas no es como si pasara demasiado aquí —expresó Roniel—. Ven, dame tu mochila —pidió acercándose y tomándola por su cuenta—. ¿Quieres beber o comer algo? —preguntó siguiendo con su camino.
—No, está bien, comí algo antes de venir aquí —respondió, entrando a una sala de estar amplia.
—De acuerdo, solo ponte cómodo, ya conoces este lugar, es como tu segunda casa —le sonrió.
Maison le sonrió por reflejo, pero realmente... No sintió comodidad alguna en el lugar, en especial, porque las pequeñas cosas que había dejado antes de mudarse, ya no se encontraban.
Fue como si nunca hubiese vivido en aquel departamento.
—Sé lo que estás pensando —pronunció Roniel al observar la ausencia de sus cosas—. Pero ya no estabas aquí y no podía arriesgarme de que alguien entrara y viera fotos de nosotros juntos o luego preguntarían —explicó—. ¿Comprendes, cierto? —preguntó, observándole.
Extrañamente, el "si" Que antes fluía tan fácilmente, ahora no deseaba brotar de sus labios.
—¿Estabas trabajando? —preguntó alejándose y acercándose a la mesa en el comedor al observar todos los papeles en esta junto a una computadora y teclado eléctrico.
—Sí, así que no te preocupes por estudiar y no prestarme atención, porque yo estaré en una situación similar —expresó alzando su brazo para rodear su cintura—. Será como en los viejos tiempos, ¿no?
—¿En qué estás trabajando? Creí que ya habías terminado con las canciones de tu álbum —comentó, fijándose en las notas musicales garabateadas en una hoja.
—¿Qué se supone que haces tú aquí? —cuestionó una femenina voz con tono molesto.
Girando, Maison contempló a la mánager de Roniel parada bajo el arco de madera que los llevaba a la cocina.
Con pantalones de tela ajustados a su cintura y una chaqueta abierta con un top debajo de ella, Monika Bayle le observaba con sus labios como siempre pintados de un tono morado y su rizado cabello tan rubio como la primera vez que la conoció.
—Hola, Monika —saludó, pero la mujer cruzó los brazos sobre su pecho y le ignoró.
—Pensé que habías querido venir a tu departamento porque supuestamente ibas a trabajar en esas letras —espetó, observando a Roniel—. ¿Por qué has dejado que una distracción como esa entrara? —regañó—. Es más, como es que le has dejado venir justo en este momento en el que estamos preocupados por tu apariencia, Roniel, ¿acaso no sabes las cosas que pueden escribir al verlos juntos?
—No exageres, Monika —resopló su pareja, quitando su brazo de la cintura de Maison.
—¿Exagerar? Sabes que en este momento tienes el ojo de todo el mundo sobre ti, y aun así has dejado que un perdedor como ese viniera aquí —exclamó, señalando descuidadamente a Maison—. ¿Es que acaso no sabes lo que van a decir si los ven juntos? Esa cosa patética solamente hará que lo pierdas todo —pronunció frustrada.
—Sé que estás cansada y estresada, pero esa no es razón para hablar de aquella forma de Maison —defendió Roniel—. Sabes lo importante que es él para mí.
—¿Más importante que tu carrera? No lo creo —bufó.
—Creo que debería de volver a mi departamento —pronunció Maison, sintiéndose incómodo por la discusión de ambos.
—¡Por fin dices algo con sentido! —exclamó Monika y Maison torció sus labios en una mueca.
—¡Monika! —gritó su pareja con un tono furioso.
—Roniel... —pronunció Maison, sosteniendo su mano.
—No, Maison, no puedo simplemente dejar que ella te trate como si fueras una basura —gruñó.
—"Ella" sigue aquí, por si no lo recuerdas —indicó su manager.
—Tal vez es momento de que te vayas —expresó Roniel.
—Yo no soy quien debería de irse aquí —se quejó Monika—. Deberías de sacar con cuidado a ese tipo, toda tu imagen se irá a la basura si te ven con él y todo el esfuerzo y sacrificio que hemos hecho por tu carrera desaparecerá —aseguró.
—Ahora solo estás exagerando las cosas simplemente para que te perdone y olvide todas las cosas estúpidas que has dicho en este momento —resopló—. Deberías de irte ahora que estoy siendo amable, Monika, porque en vez de ayudar solo está empeorando mi humor y con ello no ganamos nada —indicó.
—¡Bien! Volveré mañana —gruñó, acercándose para tomar su bolso de mano—. Más te vale que ya esté todo listo —advirtió, alejándose con un fuerte pisoteo de sus zapatos con taco y un sutil portazo.
—Siento que hayan discutido por mi culpa —expresó Maison una vez quedaron a solas en un muy silencioso departamento.
—Está bien, Monika solo estaba siendo injusta contigo debido a su estrés —suspiró, enfrentándolo—. Me disculpo por ella y su comportamiento, nunca creí que podría decir algo así —indicó.
—Pero... Por qué odiarme tanto —murmuró confundido.
—No es que te odie realmente, bebé —expresó Roniel, alzando sus manos para atrapar su rostro entre ellas—. Monika está alterada con todo esto del nuevo álbum y lo que ocurrió con las canciones, incluso a mí me ha tocado ser el receptor de su estrés por un momento —comentó y le besó castamente dulce—. Así que no te preocupes ni te tomes a pecho todo lo que dijo —pidió.
—¿Qué pasó con las canciones de tu álbum? —preguntó y su pareja suspiró profundamente.
—Tuvimos suerte y alcanzamos a grabar la canción principal, pero las otras —negó—. ¿Qué sucedió con ellas? Aún no estamos seguros, solo sé que la mayoría simplemente desaparecieron de mi computadora, y como no tenía ningún respaldo de ellas, es que comencé a trabajar otra vez desde el principio, pero no son de cerca ni tan buenas como las otras —expresó alejándose para acercarse a la mesa.
—¿Y es solo la letra o la melodía base también? —preguntó, siguiéndole.
—He logrado interpretar algunas melodías otra vez, y ahora las estoy anotando en papel, pero al hacer eso, no me concentró tanto en la letra y todo eso estresa a Monika —explicó—. A mi parecer, alguien intentó arruinarme —anunció.
Observando la mesa, Maison tomó un par de hojas y las ordenó.
—¿Quién podría querer hacer eso? —preguntó.
—¿Qué no es obvio? Asher es el único que haría algo así, este tipo es un completo loco —exclamó y Maison lo observó de reojo.
—Asher no es el tipo de persona que haría algo así —comentó—. Probablemente fue solo un error de tu computadora, ¿tal vez deberías de cambiarla? —propuso.
—La compre antes de que comenzara a trabajar en este álbum, es relativamente nueva como para que me falle —indicó Roniel y suspiró—. Pero no saco nada con enojarme y culpar a Asher, debería de concentrarme en terminar esto —anunció.
—Podría ayudarte —comentó Maison.
—No —rechazó su pareja—. El trato fue que mientras tú estudiabas, yo trabajaba y de esa forma después pasábamos tiempo juntos —le recordó.
—Pero... Puedo ver que tu también estás preocupado por no terminar, y dos trabajan más rápido que uno —expresó—. De todas formas, aún tengo sábado y domingo para estudiar —aseguró.
—¿Estás seguro? —dudó su pareja.
—Sentémonos su trabajar —le sonrió antes de correr una silla.