Dante

I

Tras varios años de estudio, hoy por fin estaba a punto de dar uno de los últimos pasos. Inicié el día con todo el entusiasmo del mundo, pero ahora mismo no podía calmar los nervios.

Mientras el rector se encargaba de dar el discurso, yo tenía la punta del tacón izquierdo repiqueteando contra el pavimento del salón; el rechinar de la puerta volvió a sonar y algunos curiosos (entre ellos yo) giramos para ver de que se trataba, y no podía ser menos que Dante Markov, quien robándose miradas y suspiros con su andar seductor, tomó su respectivo asiento a mi izquierda.

-Noté tu mirada sobre mi segundos atrás -dijo con voz ronca y baja, recostando su torso en el espaldar e inclinando su cabeza para ver el techo- ¿a qué se debe, Sam?

-Interrumpiste el discurso -respondí sin mirarlo-

-¿Debo creerte? -miré de reojo y su vista estaba en mi con una ceja arqueada-

-No fui la única, algunos giraron esperanzados de ver a algún familiar y también lo hizo el plantel docente.

-Ohh la pequeña Sam esperaba ver a su familia -hizo un puchero- como sea -su indiferencia dirigió mi vista a él

-Arréglate el cuello de la camisa y limpia el maquillaje que tienes en el lado izquierdo, además alinea los botones

-Lo que usted diga, mami -su tono burlón fue acompañado con un gesto raro.

Rodé los ojos y preferí seguir escuchando el discurso, pero no escuché nada puesto que mis pensamientos se apoderaron de mi, y mi dedo índice comenzó a ser mordido por los nervios

-Necesitaré hablar contigo luego de la ceremonia -habló a mi oído disipando todo aquello que me distraía.

Mi respuesta no pudo ser oída ya que su nombre fue anunciado acompañado de gritos, silbidos y aplausos. Realizó un apretón de manos con el rector y se dirigió al lugar asignado.

-McCain Samantha -los aplausos se escucharon y me dispuse a ir por mi titulo.

Luego del discurso de Dante, el lanzamiento de los birretes, los abrazos y las lágrimas, nos dirigimos a los baños para quitarnos la toga y birrete y hacer la respectiva entrega antes de retirarnos a la fiesta. Las chicas no dejaban de decir que tenían que enviar sus curriculums a los mismos lugares para así no separarse nunca, otras decían que debían realizar la misma especialidad juntas, y otras simplemente no dejaban de llorar.

Por su parte, los chicos venían riendo y hablando quien sabe de que. Algunos de ellos anunciaron que se darían una ducha antes de salir y que los esperaramos:

-No lo olvides Sam -gritó Dante para luego ingresar al baño.

Sin dar respuesta alguna seguí a las chicas, al ingresar todas se tomaban fotos y se arreglaban el maquillaje. Salí en unas cuantas fotos y me escape para poder entregar lo más antes posible las cosas.

Mi mirada se hallaba perdida en mis tacones y mis pensamientos en mi familia, mi corazón estaba destrozado, mi garganta con un nudo, me mordí el labio inferior y sacudí mi cabeza para evitar llorar.

-Ahí estas Dra. McCain -dijo con el dedo índice sujetando la toga en su espalda y su hombro izquierdo recostado en la pared a la par que su mano estaba en el bolsillo de aquel pantalón negro

-Acá estoy, ¿qué se te ofrece Markov? -mi pie derecho se acomodó delante del izquierdo

-Antes que nada, Dr. Markov -su rostro esbozó media sonrisa- hace un tiempo te hice un favor que lo guarde como un secreto entre los dos -recobró la postura erguida que lo caracterizaba- y ahora yo necesito que me lo devuelvas.

El color avellana de sus ojos mirándome fijamente me inquieto un poco y tuve que bajar la vista.

-¿Podría saber algo al menos? -dije recostando mi peso sobre mi pierna izquierda, estirando la derecha.

-Si no aceptas, testificaré a las autoridades respectivas, tu sabes, por lo que te tienen bajo la mira Sam.

Mis ojos se abrieron a más no poder y mis labios se separaron ligeramente, ambos sabíamos perfectamente que era mentira.

-No me pongas a prueba Samantha

-Lo pensaré -respondí dejándolo parado

-Tienes hasta la cena con el curso -más que un aviso, parecía una amenaza.