Prácticamente a empujones lo lleve fuera de la residencia — ¡¿Está loco?! ¿Cómo se le ocurre presentarse aquí? Como se nota que no le importa la clase de problemas en lo que pueda meterme — digo histérica de camino a su auto. — ¡No me dejó otra alternativa! Nadie la mandó a no responder a mi orden— dice descaradamente abrochándose el cinturón de seguridad. — ¿Cómo es la vaina? — Replico con los ojos desorbitados — ¿Orden? Definitivamente perdió la razón — digo con sarcasmo, en eso enciende el carro y acelera de mala gana — ¡Espere! A donde se supone que vamos, usted quería hablar, podemos hacerlo aquí perfectamente— reclamo viendo como hace caso omiso de lo que digo y arranca casi dejándome sin cuello — ¡Animal! Maneja como un demente— — ¡Mejor cállese y abróchese el cinturón! — or