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—Oye, pero qué buen gusto tienes —me dice Jacob, mientras Bastian abre el maletero de la camioneta y uno de los chicos del aeropuerto le ayuda a guardar la montaña de equipaje de mi amigo.
—¿Verdad que es lindo? —le comento mirando fijamente a mi novio.
—Bueno, yo no diría que lindo, sino buenísimo —comenta y le doy un codazo en sus costillas, haciéndolo soltar una carcajada.
—¡Ey! —me quejo y le frunzo el ceño.
—Perdón, pero es la verdad, aunque te tiene bien enamorada —me susurra y cuando lo miro, sube y baja sus cejas, de forma coqueta.
—Me tiene en las nubes… Es perfecto —comento y él voltea los ojos —. Ahora te cuento lo que ha pasado —. Le guiño un ojo y él asiente —. Y si tú quieres, también me puedes contar lo que quieras —le ofrezco y él hace una mueca de
