Mamastra

1316 Words
Aurora forzó una sonrisa y todos salieron del baño. Daniela pensó que no había sido totalmente sincera, pero, cualquier mujer que se acercara a Patrick tenía que entender una cosa; ninguna es ni sería Mercy, por consiguiente era un premio de consolación. Se quedó a un brindis con su amigo, antes de devolverse a su mesa con su cita, la cual ya se había bebido dos cafés y estaba muy preparada para comer algo y seguir muriendo de la vergüenza. —Fue una estupidez, yo mejor que nadie sé que no funcionaríamos. Mo voy a perdonarte, nunca engañarme con ella y dejarla embarazada. Eres mucho más inteligente que eso, y tampoco, que estés saliendo con una mocosa, insegura, en lugar de elegirme. Si no soy suficiente, no voy a imponerme. En el baño me he disculpado con ella y vuelvo a disculparme contigo. —Eres suficiente, eres impresionante. En realidad, cualquier mujer a los cincuenta querría verse como tú. Daniela, eres el paquete completo, inteligente, guapa, y… divertida. Yo no soy lo que realmente necesitas o quieres, te mereces alguien mejor. Patrick se disculpó por como terminaron las cosas, no tenía nada de madurez y mucho menos creía que le fuesen cachar, el embarazo de su anterior esposa había sido del todo accidental, un momento de pasión que dio como resultado un embarazo y puestos a elegir, siempre elegiría a sus hijos. La comida llegó y cenaron riquísimo, Patrick recibió una llamada por parte de Meredith, quien de verdad, se esforzaba por mantener a su papá afligido y avergonzado. —No tengo toallas. —Hija, te viene todos los meses. —Sí, pero no es la misma cantidad y es algo abundante, papá, ¿te ha bajado a ti? —Y no puedes usar alguna de las que sobraron y ya. —No tengo. No hay y no voy a salir sin toalla al super, mis hermanos dijeron que lo pidiera en línea. —Haz eso. —Papá, el que hace la compra, el que lo cobre, el que lo trae, ¿todo el mundo necesita ver mis toallas? Para eso estás tú. —Para eso te llevo conmigo al supermercado Meredith, no me gusta comprar toallas para mi hija. —Pero si compras condones, esto es algo fisiológico, los condones entran en lujos. Patrick suspiró, porque no quería entrar en la categoría de condones con su hija, definitivamente se sentía cómodo comprando toallas, había demasiados colores, tamaños, incluso había visto unos envases raros y carísimos. —La gente piensa que me lo paso bomba, me ven con toallas y seguro piensan en que me acuesto con un adolescente. —Mira papá, te acuestas con una adulta joven y eres un viejo y la gente piensa que eres un baboso que lleva condones de más, porque echa un polvo al mes. Yo resuelvo, pero cuando las esposas de tus hijos te echen de sus casas no podrás regresar a la mía. Después de todos esos insultos, Meredith colgó y le escribió un mensaje a su novio en el cual le preguntaba cuánto la quería y la respetaba. Patrick le pregunta a su amiga si necesitaba que la dejase en casa, ella le dijo que el chofer la esperaba. Caminaron juntos al parqueo del restaurante tras pagar la cuenta y vieron a Aurora y sus amigos despidiéndose. —¿Aury necesitas ride? —No, mi chofer está por llegar. —Te acompañaría, pero parece que tienes compañía—dijo Pablo y le dio un par de besos en la mejilla. Él se acercó a ella y pablo les preguntó si les podía dejar solos y cuidados, él hombre asintió, le estrecho la mano, Pablo que se ha despedido toda la vida con una nalgada de Aury, se la da y se despidió de su amigo. —¿Quieres que te lleve? —No, espero al chofer. Patrick ve a Aurora abrazar se a sí mismo y le ofrece su chaqueta, ella le da las gracias y se lo de vuelve, Patrick los sostiene en su mano y se disculpa con ella por el beso que no le dio a Daniela. Aurora sonrió. —No pasa nada, no planeas sacarla de tu vida Patrick. No importa si soy yo o alguien que te guste de verdad, ella siempre va a estar en medio y yo me tengo que aguantar, la próxima quizá no tenga la paciencia. —¿Estás de verdad buscando pelear? Su celular volvió a sonar y tomó la llamada de Meredith. —Sí, hija. —Papá, si no me pongo toallas ensucio las cosas y si me pongo papel o algodón como sugirieron tus hijos se me quema ahí y se infecta. —Ya voy a ir a comparar, a partir de hoy tú compras tus propias toallas, como las mujeres que sangran por la v****a, y son normales—Patrick le cuelga y Aurora le mira a los ojos entre molesta y avergonzada. —Tiene catorce, toma unos seis años entrar al pasillo y decir gracias a dios porque me viene. —Y entonces yo tengo que comprarla. —Tú la hiciste, deberías comprarle o mandar a tu secretaria como hacía mi papá y compra la caja grande de la que le gusta, trae un montón y no se preocuparán por meses. —¿En dónde venden esas? —Si vas conmigo a mi casa para cambiarme, te enseño los trucos de la paternidad. Patrick le abrió la puerta del copiloto y ella llamó a Juan, su chofer, para que no se preocupara porque iba a casa. El hombre le dijo que estaba por llegar, sin embargo, ella le aseguró que estaba bien. Ella invitó de nuevo a Patrick a entrar a su apartamento. Él fue al refrigerador por una botella de agua, pero mientras ella se cambiaba y se quitaba un poco de maquillaje, ella decidió tomar una ducha rápida porque estaba sudadísima de tanto bailar, sus amigos habían iniciado la fiesta temprano y también lo terminaron rápido porque todos tenían trabajo el día siguiente. Como él escuchó la ducha se puso a inspeccionar el apartamento de Aurora, no podía creer que su padre le dejase vivir en un edificio tan inseguro. No había portero y como si eso fuese malo en un lugar tan inseguro como Mainvillage, no tenía ni siquiera un portón funcional en la entrada. Revisó las gavetas de la cocina y luego una en la sala, en la cual tenía equipo para hacer ejercicio, aurora es una combinación de intento de ordenada, tenía ligas, bolas, pesas de diferentes tipos y tamaños, productos para bajar de peso, pastillas. —¿Por qué estás registrando mis cosas? —pregunta ella indignada. —Me llamó la atención… el mini gimnasio en un loft. Está… apretado. —Patrick… no busques, porque encuentras. —No pude evitar encontrar estas pastillas, tienen alerta sanitaria, llevan a anorexia, depresión, son malísimas, ¿qué haces con esto? —Ya no las tomo, están solo ahí. —Aurora, no estás gorda. Eres guapa, tienes tetas, tienes culo y un par de buenas piernas, no hagas estupideces. —Tengo rollos, celulitis y estrías, ¿has visto una estaría en tu vida? —He visto, sí, y no esas de “subí y rebajé”, las de embarazo que son gruesas y me parecen geniales, fenomenales, lo más sexy de la vida. —Seguro con eso convencías a tu esposa, yo veo lo que veo. Soy gorda y punto, ya déjame—Pide y cierra la gaveta. Ella suspira y ve a Patrick con el ceño fruncido, el peso es su peor pesadilla, pasar cerca de una báscula, la atemoriza y micho más, ir a una tienda y encontrarse con que no hay de su talla o que no le queda como a la modelo porque la realidad es que no se diseña siempre para su tipo de cuerpo.
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