Antes de comenzar a trabajar, George envió un mensaje a Mirla.
—“Sueño respirar tu aliento; saborear la pasión de tus labios; dime que me has pensado; que me has soñado un momento”.
Mirla leyó aquel mensaje y beso el teléfono muchas veces.
—«Como quisiera decirte que mi aliento eres tu; que mi pasión eres tu» —pensaba—«que no hago otra cosa que pensarte y soñarte».
—“Le hablas tan bonito a mi corazón, que imposible seria no pensarte”—respondió Mirla
—“¿Sabes Mirla?; ayer hiciste que te amara más; pero hoy necesito verte más; necesito a una doctora que me alivie esta locura de amor con sus irresistibles ojos marrones; ¿quieres salir conmigo mañana?.
—“Claro que si George”.
—“Gracias Mirla; te busco mañana a las siete en tu habitación; te amo”
Para Mirla, también era una necesidad
