Apenas Bell despertó, se dio cuenta de que ya estaba amaneciendo, pero lo que la sacó del sueño no fue la luz ni ningún otro factor natural, sino todo lo contrario.
Abrió sus ojos más de la cuenta al ver el rostro de Halim en la ventanilla del auto con una sonrisa algo tétrica, así que una vez que bajó esta, él la saludó de lo más cordial que pudo.
─Buenos días ¿Todo bien?─ preguntó, sin embargo, ya no llevaba consigo el traje ni el maquillaje de la obra teatral, cosa que alivió un poco la mente de la chica.
─Buenos días, ya no pareces un lunático─ dijo la chica, burlándose un poco de eso.
Se estiró y limpió un poco de saliva que le hubo brotado mientras soñaba con que volvía a casa y era libre de las garras de su padre, algo que sería hermoso si pudiera cumplirse de una sola vez. Por desgracia, ella no sería libre hasta que no enfrentara a la bestia de su padre y los negocios turbios que quisiera desarrollar con su presencia.
─Sí ¿Eso es bueno?─ quiso saber el contrario, sin tener en mente qué más decir, solo hasta que se le ocurrió algo más ─¿El auto mejoró?─.
─Es mejor que ver a alguien con apariencia de vampiro frente a tu cara... Y con respecto al auto, debo verificarlo todavía─.
─Claro que sí─ concordó con lo primero, soltando una pequeña risa ─¿Te ayudo? Sé algo de autos, si no te molesta, puedo colaborar─.
─Gracias por ofrecerte, pero en serio es solo un simple recalentamiento del motor─ le informó ella, sin querer que el chico se acercara mucho a ella de ninguna manera, pues eso le generaba bastante presión.
─Vale, nosotros ya nos vamos, pero si necesitas algo más, puedes llamar aquí─ le extendió un pequeño papel con su número de móvil.
La chica de cabellos cortos asintió, sabiendo que aunque necesitara ayuda, no sería a él a quien recurriría, pero era un bonito gesto de su parte.
Confiar en otras personas ahora le costaba demasiado, en especial luego de lo que le hizo la mujer mayor, cosa que jamás esperó de parte de nadie, mucho menos de alguien que lucía tan inofensivo a la vista.
La chica comenzaba a desesperarse, sobre todo al saber que estaba lejos de casa y que aunque lucía diferente por fuera, aún podían descubrirla, y de ser así, no tendría el apoyo de Marcus, quién sabe si ya estaría en otro plano...
Al tener presente esa posibilidad, sus ojos se empañaron más de la cuenta, pero tuvo que hacer como si nada pasaba, de lo contrario, se vería ridícula, y ese no era el objetivo de ninguna manera.
Halim, el chico al que conoció, se marchó poco después en compañía de sus amigos, quienes le pitaron cuando lograron partir, y mientras se alejaban, tuvo el mismo sentimiento que cuando vio la pick-up del hombre que parecía granjero irse con su compañera provisional de viaje, sintió que el mundo se le hacía más pequeño cada vez que hablaba o pensaba en cualquier cosa.
Decidió salir y verificar que el motor no estuviera muriendo, y en efecto, este se hallaba ya muy fresco por la brisa que hizo durante la noche. Se adentró de nuevo en este e intentó por todos los medios encenderlo para partir de ahí en la más victoriosa calma, sin embargo, los primeros intentos fueron fallidos.
Pasó una mano por sus cabellos, peinando estos como si la vida se le fuera en ello, puesto que tenía toda la fe en que encendería sin problemas, pero a veces las cosas no eran como habría deseado.
Tomó de su bolso de provisiones un poco de pan que compró hacía dos días y mermelada de la que llevaba consigo, esta era de mora. Cuando comió, sintió que podía enfrentar al mundo y lo que este le tenía por ofrecer, así que salió una vez más del auto e hizo lo posible por ponerlo en marcha una vez más, algo que le dio resultado dos horas después, cuando logró cablearlo de la forma correcta.
Suspiró cuando vio al fin el auto encendido, así que se quedó un rato dentro para coger oxígeno, y cuando iba a arrancar, esperó que pasaran un par de autos que iban en su dirección, pero estos lo que hicieron fue cerrarle el paso adelante y detrás, ahí fue cuando Hanibell sintió el miedo recorrerle de arriba a abajo.
Quiso acelerar, pero mientras más lo hacía, los autos más arrinconaban el suyo, de modo que no tuvo escapatoria.
Una vez que observó quiénes manejaban aquellos vehículos, su sangre se heló, pues se dio cuenta de que se trataba de la gente de Renedit, solo esperaba no tener que verlo allí mismo, o sentía que moriría.
Ella bajó de ahí lo más rápido que pudo, tomando el arma de la guantera con toda la velocidad que pudo, ya que seguro habría enfrentamiento. Al estar afuera, comenzó a correr con todo lo que las piernas le daban, mientras escuchaba cómo la perseguían muy de cerca, algo que la llenaba de mucha ansiedad y terror.
Sus piernas se volvieron pesadas, más no torpes, un buen plus que obtuvo de las prácticas de huida con su mentor, Marcus, quien aparte de haber sido una luz al final del túnel, también les entrenó, aunque ellos en ese momento no supieron para qué les serviría en la vida, ya que no serían militares o algo por el estilo, solo lo hacían a modo de competencia entre hermanos.
A Hanibell siempre le dijo que tendría un futuro brillante si seguía peleando así de fuerte por mantenerse con vida, y supo que era cierto en ese momento, cuando uno de los hombres quiso abalanzarse sobre ella tras descubrirla detrás de un árbol, escondiendo su integridad lo mejor que pudo, aunque la vegetación de ese lugar no era precisamente frondosa ni verde, era mucho más parecida a la de un desierto.
El cabello se le pegaba a la frente de una manera asquerosa, pero no podía hacer mucho para mantenerlo intacto y que el sudor no la tocara, era imposible. Aunque ahora llevaba una camiseta de tirantes color blanco y un par de pantalones holgados, el calor se metía a través de la tela encontrando su propia manera de sobrevivir.
El hombre quiso reducirla de una forma muy espantosa, quería ahorcarla en el suelo y luego pisarle los pechos, pero ella no dejó que nada de eso sucediera, en cambio, fue ella quien le asestó un puñetazo en la mejilla y una buena patada en la entrepierna que quiso asegurarse de que lo dejara sin descendencia, ya por ahí, el hombre se encontraba en el suelo sosteniendo su área abdominal como si el mismísimo diablo le hablara al oído.
El tipo le gritó que era una perra malnacida, sin embargo, no le escuchó, pues su único objetivo era salir de allí con vida costara lo que costara. Luego se encontró a otro hombre, el cual le saltó encima, queriendo hacerla caer de alguna manera, pero Bell tomó su fuerza contra él, haciéndolo caer de una manera espantosa, tanto así que supo que su cuello estaba roto, y segundos después el sujeto se hallaba asfixiándose hasta que el aire le fue insuficiente y no lo dejó vivir por mucho más tiempo.
La chica sonrió, sin tener alegría por dentro, solo se aliviaba de no ser ella la que hubiera perdido, pues sería humillante dejarse doblegar así por el enemigo, por un hombre.
Pasó mucho más tiempo por allí, buscando alguien más que la agrediera, pues ya estaba en el ánimo de enfrentarse al mismo demonio si se lo ponían al frente, y eso no podía pasar desapercibido.
Uno más fue hasta ella, corriendo a toda velocidad por la parte trasera, queriendo atacarla, pero la de cabellos cortos volteó en el momento adecuado y le tomó por un brazo, empujándolo lejos de ella con la misma fuerza, luego le pateó las costillas cuando este estuvo en el suelo y tomó su arma, comenzando a apuntarlo con ella, debido a esto el hombre guardo silencio y solo se concentró en el dolor de los futuros moretones que le dejaría en la piel. Sumado a eso, cuando él intentó tomarle el tobillo para hacerle caer, le pisó la mano antes en repetidas ocasiones, cosa que no le dejó ánimos para más nada que solo estar lamentándose en el suelo.
Cuando le tocó enfrentarse a dos a la vez, fue cuando se le complicó el juego, pues las jugadas ya no eran tan fáciles, pero aunque el primer golpe lo falló y terminó con un golpe en la mejilla, uno que le abrió un corte del que comenzó a brotar un poco de sangre, pero se repuso y pudo levantarse con un poco de mareo, pero estable para enfrentar a los dos de nuevo, les dio una patada en el estómago a cada uno y tomó la oportunidad que le dieron esos segundos y corrió lejos de ellos, cargando ambas armas, por lo que cuando volteó, lo hizo armada hasta los dientes, así que los demás también sacaron sus armas, pero era un enfrentamiento inútil.
Ellos tuvieron que rendirse cuando vieron a Hanibell tener el control total de las armas, algo que los posicionaba en malos términos en cuanto al porcentaje de ganar o perder, era mucho riesgo, así que levantaron sus manos en señal de rendición, y solo así fue que la de apellido Laurenti pudo subir a uno de los coches y encenderlo como pudo para salir pitando de allí, tomó el del frente, sin importarle perder lo que tenía en el auto de atrás, pues solo pasó por un pequeño bolso que contenía lo vital.
Cuando estuvo segura de que no la seguirían, desactivó el gps que le pusieron al auto, ya que era más que evidente que los que controlaban aquella agencia seguirían el rastro de sus trabajadores.
Una vez que tomó la carretera por su cuenta y comenzó a conducir a toda velocidad, se dio cuenta de que ahora la persecución sería en auto. Se desvió en el primer cruce que encontró y no le temió en absoluto a doblar la velocidad que llevaba, haciendo que los cauchos quedaran marcados en la carretera cuando el vehículo hacía derrape intencionado.
Por mucho que quiso no generar demasiado ruido, estaban en una persecución, y no iba a permitir que la dejaran perder por unos cuantos metros de distancia, entonces comenzó a escuchar disparos del auto de atrás, así que se desvió una vez más, solo hasta que una de las balas afectó un caucho, haciendo que soltara todo el aire que le quedaba casi de inmediato, por lo que tuvo que parar aún sin querer y cubrirse detrás de un muro de alguna de las tiendas que allí había a un lado de la carretera principal, la cual parecía ser una avenida.
Por fin llegaba a un poco de civilización, sin embargo, no conocía nada allí, estaba en serios problemas, pero lo primero a resolver sería continuar con vida.