En el sendero que se extiende del lado derecho está él – Demián – no me detengo hasta alcanzarlo y rodear su cuello con mis brazos.
Él me abraza y recarga la cabeza sobre mi frente – te extrañe.
También lo hice.
– Supe que enfermaste.
Fue hace meses – estoy bien ahora – más importante – vi a mi hermana – trago saliva – hace un par de semanas, la vi asesinar a una mujer por que robó pan, ¡una pieza de pan! – me aferro a la tela de su traje – ella no es así, no es su culpa y tengo que decirle, ¿cierto?, Carolina tiene que saberlo, yo necesito – no puedo respirar – necesito – me estoy ahogando, maldición, tengo que hablar, tengo que hacer algo, Demián, ¡ayuda!
Sus labios rozan los míos, apenas puedo moverme y mis latidos se escuchan muy altos, poco a poco mi respiración se controla, es d
