—Eso ha sido muy maduro de tu parte, Ari —Perséfone deja de limar sus uñas para luego mirarme—, y lo mejor de todo, no estás derramando una sola lágrima.
—Actué por impulso —acepto al tirarme de espaldas en mi cama—, me emocioné y dije que sí, pero, me he dado cuenta de que justo ahora no es lo que quiero.
—No es que no lo quieras, amiga —ella sonríe, para luego elegir un esmalte n***o de todos los que tiene frente a ella—, lo que pasa es que no lo quieres con él.
—Te prohíbo mencionar a Dru en esto —le advierto al señalarla, ella se encoge de hombros y vuelve su atención a sus uñas.
—Si es lo que deseas… —levanta sus cejas de forma coqueta, a la vez de que sonríe con malicia—, pero ahora es peligroso que un rubio sexy se entere de que tiene vía libre.
—Dru no tiene por qué enterars
