CAPÍTULO 2

1282 Words
*** ALICIA *** Termina el fin de semana y regreso a mi rutina. Me levanto, pongo comida y agua fresca a Winny, me ducho, desayuno y salgo para el colegio. ✯¸.•´*¨`*•✿ ✿•*`¨*`•.¸✯ — Mi querida Ali, ¿Qué tal tu fin de semana?. — Pregunta Brenda, al verme llegar. — Muy bien, amiga, ¿y el tuyo?. — Respondo mientras la abrazo. — Una resaca que no te imaginas, pero me divertí bastante. — Me relata entre risas. — Buenos días, mi dúo dinámico. Ali, te necesito en mi oficina, por favor. — Interrumpe la rectora y mis alertas se encienden. — Claro, voy a dejar mis cosas en el salón y la alcanzo. — Explico y ella asiente. — Buenos días, mis pequeños. ¿Cómo están hoy?. — Saludo a mis niños y ellos responden al unisono con un ¡Buenos días, profe!. — Tengo que reunirme un momento con la rectora, así que los quiero en orden y sin abandonar el salón. ¿De acuerdo?. — Explico y ellos asienten, quedándose en sus lugares. Corro a la oficina de la rectora. Doy dos golpes a la puerta y escucho un "Siga, profesora". Abro la puerta y entro. — Buenos días. — Saludo. — Buenos días. — Responden la rectora, la chica y la pequeña que la acompañan. — Tome asiento, por favor.— Pide la rectora, por lo que asiento y me acomodo junto a ellas. — Profesora Montero, quería presentarle a la señora Nataly Chávez y ella es su sobrina, Abril. La niña inicia hoy en su clase, así que por eso estamos aquí. — Espeta. — Mucho gusto, Alicia. — Me presiento dandoles la mano. — Encantada, profesora. — Dice Nataly con una gran sonrisa. — Pareces un ángel. — Asegura la pequeña Abril, mientras me abraza. Todas soltamos la carcajada y ella nos mira con cara de pregunta. — Pero si aquí el angelito eres tú. — Rebato sonriéndole y ella me devuelve la sonrisa. — Abril, ¿quieres dar un paseo por el colegio?. — Pregunta la rectora, extendiéndole su mano. Ella asiente y salen de la oficina. — Ay, profesora. Por favor, discúlpela. Nunca le había dicho eso a nadie. — Dice Nataly, apenada. — No se preocupe, cosas de niños. — La tranquilizo. — Bueno, sé que llevan varios días del año escolar, así que usted no más dígame cómo ponemos a mi muñeca al corriente. — Pide y niego. — Tranquila!. Sólo un par de talleres, pero hoy los vamos a repasar, así que... — Le respondo. — Ah!. Perfecto. Quedo más tranquila. — Responde con una sonrisa. — Bueno, no la distraigo más. ¿Vamos?. — Finaliza. Asiento y salimos hacia el salón. Llegamos y ellas están afuera. — No quiso entrar hasta que ustedes llegaran. — Explica la rectora, encogiendo sus hombros. Nataly besa la frente de la pequeña, le da un abrazo y se despide de nosotras, saliendo del colegio. — ¿Lista?. — Pregunto y Abril asiente con una sonrisa que no sé por qué, pero me alegra la vida. — ¡Adelante!. — Exclamo señalando el salón. La rectora se va y entro con mis pequeños. — Bueno, mis amores. Quiero presentarles a Abril. Ella es nuestra nueva compañerita, así que démosle la bienvenida y hagámosla sentir como en casa. ¿Ok?. — Anuncio sosteniendo los hombros de la pequeña, mientras estamos frente a todo el grupo. — ¡Bienvenida, Abril!. — Exclaman todos al unisono. — Puedes tomar asiento. — Concedo, señalándole el pupitre desocupado. Ella camina hacia el pupitre y toma asiento, muy dispuesta y atenta a lo que les voy a enseñar. *** EMILIANO *** Después de llamar a Naty, me tranquiliza saber que mi hija llegó muy contenta, a su nuevo colegio. Estoy concentrado en mi trabajo y mi secretaria me interrumpe. — Señor, disculpe. Lo buscan. — — ¿Quién?. — — Yo, querido. — Responde Hilda, entrando a la oficina. — ¡Que sorpresa!. — Exclamo sonriente, poniéndome de pie. Mi secretaria se retira, cerrando la puerta. — Pues ya que la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña. — Dice enrredando sus manos en mi cuello y me besa los labios. — Qué falta me hiciste. — Susurra. — Perdóname, bonita. He tenido demaciado trabajo y a demás mi hija... Ya sabes, me absorbe. — Me disculpo. — Te comprendo. Igual, ya estoy aquí, así que... Podemos recuperar el tiempo perdido. ¿No crees?. — Dice mordiendo su labio inferior. Rápidamente, pongo seguro a la puerta. Retomamos el beso, mientras la despojo de su ropa y ella hace lo mismo conmigo. La dejo delicadamente en el sofá, saciando nuestras ganas. Cubro su boca con mi mano, para que no se escuchen sus gemidos de placer. *** ALICIA *** — Pequeños, pueden salir al descanso. No olviden sus loncheras. — Anuncio y mi alumnos salen al patio. Abril se queda mirándome inmóvil en su pupitre. — ¿Por qué no vas con tus compañeritos?. — Le pregunto acercándome a ella. — Es que en el otro colegio, los niños se burlaban de mí, porque no tengo mamá. — Confiesa triste. — Ay, mi amor. Siento mucho oír eso, pero aquí todos los niños son buenos y te aseguro, que no te van a molestar. — Digo abrazándola, para tranquilizarla un poco. — Profe, yo quiero quedarme aquí en el salón. — Pide entre leves sollozos. — Pues, en ese caso, me quedo contigo. — Concedo sonriéndole. Saca su lonchera y empieza a tomar sus onces, mientras yo tomo un café. No sé que me pasa con ella, pero siento como una conexión especial entre nosotras. Es tan mágico, que no lo puedo describir. Después de una amena charla, termina el descanso, por lo que todos los pequeños regresan al salón. La jornada termina tranquila y logro notar a Abril conversando con otra niña, lo que me hace suponer que ya empieza a hacer amigas. — Bien, pequeños, eso es todo por hoy. Pueden salir en orden. — Anuncio y salen disparados como siempre. — ¿Quieres que te acompañe?. — Pregunto y Abril asiente enérgica. Toma mi mano y salimos. En la puerta, está esperando Nataly, con una sonrisa. — ¡Mi muñeca!. — Exclama abriendo sus brazos. — ¡Tía!. — Exclama Abril, corriendo hacia ella. — Profe, ¿Cómo les fué?. — Pregunta curiosa. — Excelente. Ella es un sol. — Respondo acariciando la mejilla de Abril y ella sonríe. — ¡Que bueno!. — Responde con un suspiro. — ¿Podemos hablar un momento?. — Le pregunto y Nataly asiente. — Vé al carro. Ya te alcanzo. ¿sí?. — Le ordena a Abril, quien de inmediato obedece. — ¿Qué sucede?. — Pregunta ella intrigada. — Me apena decirle, pero la niña mencionó algo de su madre. Entonces quería preguntarle, ¿Qué pasó con ella?.— Pregunto tímida. — Pobrecita mi nena. Su mamá falleció hace más de 4 años, en un accidente. — Me relata y se me cae la cara de la vergüenza. — Ay, perdone. Yo no quería ... — Me disculpo. — No se preocupe, profe. Esa es la realidad y hay que aceptarla. — Me responde tranquila. — ¿Sabe qué?. Voy a apoyar mucho a esa pequeñita, para que salga a delante. Ya verá. — Anuncio y ella me abraza agradecida. Nos despedimos y ellas se van. Esa chiquita ha logrado meterse en mi corazón, tan sólo con unas horas que hemos compartido y ahora mi misión será darle apoyo y cariño.
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