*** NATALY ***
— ¡Llegamos!. — Anuncio abriendo la puerta y Abril entra disparada a jugar con sus muñecas.
— ¿A dónde vas?. No es hora de jugar. ¡Vamos!. A lavarse las manos, que ya vamos a almorzar. — Le pido y mi princesa bufa, pero me obedece.
— Bienvenida, señora. — Saluda marina, la empleada.
— Gracias, Marinita. ¿Emiliano no ha llegado?. — Pregunto buscándolo con la mirada.
— No señora, pero supongo que no tarda. ¿Desea que sirva, o lo esperan?. — Responde.
— Ve sirviendo, por favor. Lo voy a llamar. — Aviso y ella se va a la cocina.
Marco y al tercer tono contesta.
— Hermanita, dime. — Saluda y noto una sonrisa especial en su tono.
— Te estamos esperando para almorzar. — Le recuerdo.
— Lo siento, Naty. No tardo. — Responde y termino la llamada.
Después de unos minutos, escucho la puerta.
— Hola, familia. — Saluda.
— Hermani... — Quedo en shock al verlo feliz, en compañía de esa mujer.
— ¿Hilda?. — Pregunto incrédula.
— ¿Cómo vas, Nataly?. — Saluda cínicamente.
— Supongo que no tan bien, como tú. — Respondo alzando una ceja. — Emiliano, acompáñame. — Pido, llevándolo al estudio.
— ¿Qué pasa, nata?. — Pregunta intrigado.
— ¿Qué hace ella aquí?. — Pregunto molesta.
— Bueno, simplemente la invité a almorzar. Somos amigos. — Responde encogiendo sus hombros.
— ¿Amigos?. Por favor, no me hagas reír. Esa mujer es una arpía. ¿Olvidas que te engañó con su chofer, cuando fueron novios?. — Grito furiosa.
— Pues es mi vida, así que te voy a pedir que no te metas. Yo salgo con quién se me dé la gana. Soy libre. — Rebate molesto.
— ¿Ya pensaste en Abril?. Sabes que ella aún llora a su mamá. — Le reclamo.
— Ella tendrá que acostumbrarse. No me voy a quedar sólo el resto de la vida. — Bufa saliendo del estudio.
Golpeo el escritorio, frustrada. Sé que debe rehacer su vida, pero ¿Por qué con ella?. Estoy segura que esa mujer sólo busca su dinero y a demás, sé que mi niña no la aceptará tan fácil.
Salgo del estudio y veo a Abril bajar las escaleras.
Tomo su mano, dirigiéndonos al comedor.
— ¡Mi vida!. — Exclama Emiliano, extendiendo sus manos. Ella se aferra a mí, con el ceño fruncido.
— ¿Qué pasa, pequeña?. ¿No hay un beso para papá?. — Pregunta.
— ¿Por qué estás con ella aquí, papá?. — Bufa molesta.
— Hija, ella es una amiga de papá. — Rebate Emiliano.
— No me gusta tu amiga. ¡NO ME GUSTA!. — Grita y sale corriendo, por lo que la sigo a su habitación.
Se tira boca abajo en la cama, mientras su llanto es incontenible.
— ¿Qué pasa, mi muñeca?. ¿Por qué reaccionas así?. — Le pregunto con la voz cortada.
— Papá se olvidó de mamá, tía. Ya no la quiere. — Asegura entre sollozos.
— No digas eso, mi amor. — La consuelo acariciando su espalda.
Pasan unos minutos y la puerta de la habitación, se abre de golpe.
— Abril, explícame. ¿Qué es esa manera de comprarse jovencita?. — La reprende.
Ella no responde y sigue llorando.
— ¡Habla, Maldita sea!. — Grita.
— No más, Emiliano. Es sólo una niña. — Grito poniéndome de pié.
Lo tomo del brazo y lo saco de la habitación.
— Te lo dije. La estás lastimando. "Insensible". — Bufo y le cierro la puerta en la cara.
*** ALICIA ***
Estoy en mi departamento, preparando clase y Abril no sale de mi cabeza. No entiendo por qué tengo esa necesidad de protegerla. Es que es tan frágil, tan pequeña, que me enternece por completo.
DÍAS DESPUÉS...
*** NATALY ***
Emiliano está totalmente ciego con la bruja de Hilda. Casi todos los días ha venido a almorzar o a comer.
He tratado de explicarle a Abril de mil maneras que su papá no quiere estar sólo, pero ella no quiere a Hilda y por lo visto, el sentimiento es recíproco.
✯¸.•´*¨`*•✿ ✿•*`¨*`•.¸✯
— Hola, mis chicas. — Saluda Emiliano, entrando a la sala, mientras Abril y yo estamos viendo caricaturas.
La pequeña lo abraza y besa su mejilla. Detrás de él, entra Hilda, por lo que corre a mi regazo.
— Hola, Abril. — La saluda tratando de acercarse, pero mi sobrina la ignora.
— Abril!. — La reprende Emiliano.
— Tía, ¿Jugamos en mi habitación?. — Pregunta suplicante.
— Claro que sí, mi muñeca. Vamos!. —Concedo tomando su mano y subimos.
— Tía, quiero que mi papá deje de ver a esa empalagosa. — Dice cabizbaja.
— Yo también, preciosa, pero papá la quiere y debemos respetar sus decisiones. — Explico.
— Ella no es buena, no la quiero. — Bufa.
— Juguemos!. — Propongo cambiando el tema.
*** ALICIA ***
— Y quiero idear un plan, para salvar a mi papá de la empalagosa. — Me relata Abril, mientras estamos solas en el salón durante el descanso.
— Mi amor, ¿qué cosas dices?. Debes ser respetuosa con las decisiones de papá. — La persuado.
— Lo mismo dice mi tía nata, pero a mí me cae muy mal esa empalagosa y sólo tú me puedes ayudar, Ali. — Espeta y la miro con mis ojos de par en par.
— Y ¿yo cómo podría ayudar?. — Le pregunto confundida.
— Dime, ¿cómo puedo hacer para que esta noche ellos no se vean?. — Pregunta ella.
— Bueno, tal vez si te sientes un poco enferma, él se quede contigo. — Digo sin pensar y su rostro se ilumina.
— Claro, profe. Ya sé lo que voy a hacer. Gracias. — Finaliza besando mi mejilla y sale corriendo al patio.
Cubro mi boca con las manos. No puedo creer que le haya dicho eso a una pequeña. Soy una bruta.