—Dany, bebé, ya amaneció—
—Cinco minutos más, nena—
—Vamos, grandote, te tengo una sorpresa—
Al escuchar mis palabras de inmediato se quita la almohada que cubre su rostro, sus ojos se clavan en mí y me sonríe mientras se estira desperezándose, me muerdo el labio al recordar que lo único que lo cubre es el cobertor, quedando completamente desnudo bajo este, me sonrojo al ver cierta parte levantada sobresaliendo del resto, Dan llena su mano a mi mejilla y me acaricia
—Dumplin, no seas pervertida—
—Eres bastante tentador, tengo un novio ardiente—
—¿Qué haré contigo, primor? —
—Soportarme, ahora mueve tu sexy trasero que tengo algo para ti en la cocina—
Él me sonríe y asiente, me pongo de pie y me desmaterializo frente a sus ojos apareciendo de nueva cuenta en la pequeña cocineta de l
