Inglaterra, Reino Unido, año 1852, siglo XIX.
— Aranza, no seas obstinada.
— ¿Disculpa? Eres el menos indicado para decirme eso.
Digo ofendida arrugando el entrecejo, mi hermano solo suspira mientras niega con la cabeza, se acerca de a poco para tomar mi mano y mirarme fijamente a los ojos.
— Aranza, eres mi hermana y te quiero.
— Yo también te quiero, hermano.
Respondo con rapidez logrando una pequeña sonrisa en sus labios, a veces me es tan raro verlo sonriendo, todavía le pesa eso de ser protector, se considera a sí mismo más como un sirviente para las Alves, a pesar de esa amabilidad que deja a flote.
— Pero, no quiero esta vida para ti.
Dice dejando de lado la leve sonrisa, suspiro, debo considerar el hecho de que al menos volvió para que hablemos, porque admito que lo que hice sí lo hizo enojar muchísimo, pero, lo hice para estar cerca de él.
— Alexander, te amo, hermano, eres todo lo que tengo de familia, pero… no te voy dejar solo.
Insisto por enésima vez en lo que va de la noche, mi hermano tensa la mandíbula, estoy comenzando a enojarlo de nuevo. Él no entiende que no me iré a ningún lado, salvo caso sea con él, ya acepté demasiado de sus condiciones.
— Aranza…
— No, Xander, ¿por qué no lo entiendes?
Pregunto con la voz quebrada, él me mira con dolor, baja la mirada sin tener respuestas para mí. Suelta mi mano despacio antes de darme la espalda mientras da unos pasos hacia la ventana.
— Prometí cuidarte por siempre, nuestros padres no querrían verte en peligro.
Susurra con pesar, respiro con un poco de pesar, siento un leve dolor en mi pecho, no es algo común en nosotros sentir tristeza, pero, no somos normales, prácticamente crecí en una familia de brujas mientras mi hermano se encargaba de cuidarnos a todas, incluso cuando ayudó a las Alves a ir a América y a mí me dejó aquí escondida hasta venir por mí, hasta ahí, el plan estaba todo bien, pero ahora me sale con que debo ir a otro país para hacer mi vida lejos del peligro, lejos de ellos y eso, no va a pasar, no lo dejaré.
— Xander, ha pasado veinte años desde que nuestros padres nos dejaron.
Digo en voz baja, puedo notar sus manos haciéndose puños, me acerco hasta posar mi mano en su brazo, el gira a verme con sus ojos levemente cristalizados, comienzo a sentir las lágrimas acumulándose también en las mías.
— Ara…
— Aunque quieras alejarme no puedes, recuerda que tomé mi decisión y Atenea me ha otorgado lo mismo que a ti.
— No tenías que haber hecho eso, no sabes nada.
— ¡Sé lo suficiente!, sé que solo así iba a poder estar a tu lado siempre, pero, aparentemente no quieres entenderlo e igual quieres alejarme.
— ¡Quiero protegerte!
— ¡Puedes hacerlo si estoy contigo!
— ¡No tendrás felicidad, solo serás un sirviente más como yo!
Me grita como lo hice con él, dejo caer mis lágrimas, está enojado conmigo porque hice que Atenea me ate también a su descendencia, pero, ¿qué es lo peor que puede pasar? De todas formas, las Alves son brujas, al hacer ese pacto, me dieron un poco de sus poderes, y, lo más importante, es que, estaré cerca de lo último que tengo de familia, porque según las averiguaciones de Xander, también_mataron a nuestros tíos y primos.
— Yo… solo quiero… no, no quiero estar sola.
Digo pasando mis manos por mis mejillas secando las lágrimas que no dejan de caer, mi hermano acorta la distancia abrazándome a su cuerpo, me dejo llorar siendo consolada por él.
— Shh, ya no llores.
Dice con ternura, lo abrazo con fuerza mientras él deja un beso en mi cabeza.
— Xander, no me dejes.
— Aranza, ya basta, lo hecho, hecho está.
Responde alejándome de a poco para secar mis mejillas, lo miro confundida, ¿qué significan sus palabras?
— Hermano…
— Vendrás conmigo, pero, no vivirás en la misma casa de las Alves.
— ¿Por qué no?
Pregunto confundida, incluso un poco enojada, él sonríe levemente.
— Porque aunque hayas hecho el pacto, no quiero verte involucrada en esto, Aranza.
— Pero…
— Ya lo he dicho, sino, te enviaré a otro país.
Dice con tono firme, aprieto mis labios evitando responderle de mala forma, al menos está cediendo en algo.
— Está bien.
Acepto, él suspira, toma mis mejillas y deja un beso en mi frente, cierro los ojos disfrutando de la cercanía de mi hermano.
— Sé que parezco el malo, Aranza, pero, necesito que crezcas más para poder estar seguro de esto.
— Ya cumplí la mayoría de edad, pero, me sigues viendo como tu hermanita menor.
— Y lo serás por siempre, Ara, te amo pequeña.
— Te amo por siempre, Xander.
Respondo sonriendo, lo abrazo con mucho cariño, estoy feliz porque no me alejará, no quiero ni pensar en una vida lejos de la única familia que tengo.
Supongo que esto de pactar ser la protectora de la familia Alves no es del todo malo, como ya dije, al aceptar, me han dado un poco de poderes también, no es mucho según lo explicado por Atenea, pero, es lo suficiente para poder defenderme, además, me llevo bien con las Alves, no creo que deba preocuparme por nada.
Excepto el conocer a nuestro túa cantante.
Dice la voz en mi cabeza, mi lado vampírico, Aila.
Eso sucederá dentro muuuuuchos años.
No te creas, el tiempo en nosotras es relativo, podría ser solo en un suspiro.
Responde tranquila, trago saliva imperceptiblemente, afortunadamente, creo que tengo tiempo para asimilar lo que hice.