Alessia se quedó paralizada por un momento. Las palabras de Noah salieron como una ráfaga sobre ella y era muy probable que ni él mismo se hubiese dado cuenta de toda la información que había soltado. Noah era un hombre viudo, padre de un niño, que había perdido a su madre a corta edad y por el que se estaba esforzando, pero también perdiendo oportunidades por la frustración y el dolor que llevaba detrás. —Noah…, lo siento —susurró Ale, mirándolo fijamente y apretó sus labios, sin saber qué más decir, pues todavía estaba procesando la información recibida. —Perdóname, no debí… —Ale lo interrumpió negando. —Necesitas hablar y yo estoy acá para escucharte —ofreció y Noah volvió a esconder su rostro entre sus manos en el manubrio—. Por favor, Noah, habla conmigo, que no puedes llegar as