Capitulo IX

1155 Words
Advertencias el siguiente capítulo no es apto para menores de 45 años puede contener temas sensibles [traumas, abuso y hasta escenas pornographicas] Es ficción no lo intenté en su casa. —Dime Lugonis, te atreves a repetirlo. —Aquellos ojos violetas me acorralaban me intimidaban, pero debia ser fuerte, debia serlo por lo que lo haría, haría lo que el me pedía. El cerro bien su oficina, se quito la botarga de unicornio, para luego arrojarme sobre el diván, y empezar a desabrocharse la camisa, y sentarse sobre mi, yo allí recostado en el diván entre medio de sus piernas, él se reclino para sujetarme mis manos, en el momento que lo hizo todo se me puso oscuro, yo ya no estaba alli al abrir los ojos estaba debajo de aquel árbol a la merced de aquellos tipos. —¡Sujetenlo! No lo turnaremos. —Ahora lo recordaba había tratado de defenderme con una piedra, pero no lo habia logrado había gritado como nunca lo había hecho, tratando de quitármeslos de encima. No había podido más lo intentaba, más lo lastimaban. El primero que lo lastimo, que lo ultrajo, le mordió mientras lo abusaba, pensándolo bien los tres hicieron mismo, el pánico fue tanto que empeze a soltar mis feromonas en modo de defensa, estas eran tan pesadas tan fuertes al punto ser casi tóxicas. Ahora sabía porqué aquellos rufianes le habían dejado, o no. Como si fuese una pesadilla aquella sombra apareció en mi recuerdo, una sombra los miro fijo y aterrado salieron corriendo. Una persona, la persona a la que había asistido y creí fallecido me había salvado, lo reconoci por la ropa, pero no podia recordar su rostro no podía recordarlo, su rostro en mi mente solo era una sombra negra, no podía recordar su rostro solo un "—¡Gracias!¡Gracias! ¡Gracias! Me has salvado otra vez" Su voz se deformaba en mi mente —¡Lugonis, lugonis! ¡Lugonis estas bien! —Les suplique que se detuvieran, pero me lastimaron. En ese momento soltó mi muñeca, y salió de arriba mío, se dio cuenta que ese día si iba necesitar la terapia. —¿Quieres hablar de eso? —Sí —lo necesitaba más que nunca, necesitaba quitarme aquel peso de encima, hablarlo, necesitaba deshagorme, necesitaba llorar. —Mientras se colocaba la camisa para luego ponerse la bata y comenzar la terapia. —Bueno, cuéntame. —Me lastimaron, uno de ellos me beso mientras abusaba de mi, y no podía detenerlo los otros me tenían reducido, se turnaron, se turnaron para abusar de mi, pero alguien me salvo, pero no puedo recordar su rostro, simplemente no puedo. —quizás no sea importante. —¿Cómo no va ser importante? Me salvo la vida, no puedo recordar su rostro. —Un Alfa no debe agradecer, ni menos mostrarse vulnerable, debes dar gracias no recordar. Tu deber es protegerte solo no que te protejan, ¿acaso naciste fallado? —Yo, yo... —Dime, ¿Cómo nació Albafica? —No lo sé, yo lo adopté. Yo lo adopté. —Mientes, mientes... lo tuviste y fingiste encontrarlo para no ir preso. —Noooo, lo adopté. ¿Qué clase de mounstro me crees? Para dejar a un recién nacido en el extremo frio, solo para evitar la prisión. ¿Dime tu ignorarias a un bebé? —No, lo llevaría a un refugio como debe ser, no andaría adoptando a cada niño que me encuentro. ¿O me vas a decir que es el primer niño que rescatas? —Mostrándome un archivo llenos de fotos, niños de distintas edades, distintos razas. —Niños que rescate alguna vez, rescate. —Dime a este también adoptante, no. y a este —mostrándome la foto de un niño rubio, un Alfa —tampoco, lo hiciste. Dime estas niñas, tampoco. Todos esos niños, vulnerables que merecían de igual manera alguien que vea por ellos y no los adoptaste. Creíste que no te investigariamos Lugonis, creíste que no te tendríamos fichado, en un par de días tendremos los resultados y tu mentira caerá por completo. Ya confiesa de una vez quizás puedas alegar enfermedad mental, serás reeducado y listo. Vamos confiesa, dime la verdad, di la maldita verdad. —Lo tomé de los hombres sin que se diera cuenta y lo besé para callarlo, necesitaba que se callara, pensar. Luego de besarlo lo tumbe contra el diván y lo hicimos otro vez, y esta vez sin interrupciones ni inconvenientes. —Eres muy malo conmigo, me presionas, me difamas y pues voy a castigarte. —Lo puse encima mio y lo sujete del pelo y le metí su camisa en su boca, mientras apeetujaba su pectoral. Tire su cabeza para atrás y empeze a besarle el cuello. —argkdjkjfhjk . —¿Qué? El escupio la camisa—Qué sigas que rico, hazme tuyo otra vez. Lo sabia no lo alucine, puse mi mano dentro de su pantalón, y lo dedeé, para luego quitar su cinturón y bajárselo, mientras volví a colocar la camisa en su boca, él se me abrazo a mi clavándose las uñas, y 5 minutos más tarde lo tenia aferrado a mi, contra la pared de su oficina, con la camisa en su boca, sus ojos sin duda reflejaban el extasis del momento, en ese momento el escupió la camisa, y me beso, podía sentir su lengua rozar la mía, nuestras salidas se mezclaron. Y mi mente divago, sentía como voces se peleaban dentro de mi. ¿Por qué hacemos esto? ¡Por Albafica, para que no nos lo quiten! ¿Seguro? ¡si cayense! Esto está mal. ¡Callense! ¡No deberíamos seguir! ¿Por qué? Y en un segundo la voz de aquel tipo entró en mi cabeza. ¡Te amo! estremeciendome todo mi cuerpo, poniéndome la piel de gallina, mi corazón latiendo a full. No podía parar de recordar aquella frase, que me hacía ponerme hot sin saber porque, por lo que de la pared lo coloque en el piso, para terminar lo que empeze. Entonces vi sus ojos estaban llorando, él lloraba pero ¿por qué? —No le digas a nadie, por favor. —No decir ¿Qué? —Entonces lo sentí, aquel tipo estaba en un órgasmo, estaba lubricando, estaba llorando por no poder controlar su cuerpo. En ese momento me di cuenta el era muy joven, un ser manipulable seguro lo entrenaron haciéndole creer que un Alfa no podia tener esas reacciones, que no era normal. En ese momento solo lo vi, y acaricie su rostro lloroso, trate se consolarlo y bese su mejilla. —Tranquilo, esto es normal, pero no diré nada. En ese momento fue el momento en el que me condene, y me arruine la vida. Ya no habia vuelta atrás y debia aceptar las consecuencias, me había enamorado de mi verdugo dejándome entre la espada y la pared. Entre el huir o quedarme. Continuara...
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