FRIDA Me había deshecho de mi hermana por cuatro años. Era el mejor regalo que la vida me había dado, cuatro años en los que ella estaba enterrada en aquel nido de ratas, el lugar donde pertenecía. Todo iba casi perfecto, y hablo de "casi perfecto" porque tuve que intervenir varias veces durante todos este tiempo. Durante todo ese tiempo me había dado cuenta de que no le podía quitar la vista de encima a Alex. La primera vez que supe que tenía que vigilarlo de cerca fue cuando había dado su último concierto en Barcelona. Teníamos programado regresar dos días después con todo el equipo de producción. Había planeado aprovechar a la prensa que estaba programada para recibir a Alex en el aeropuerto de la ciudad. Estaba yendo directo a su camerino cuando me encontré con Isabela. — Alex
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