VANESSA Mis manos temblaban nada más de estar sosteniendo el teléfono pegado al oído. Era un locura. Por un momento me pasaron por mi cabeza mil posibilidades en las que todas fallaba. Era un poco melodramática, pero no podía estar de otra manera cuando era la primera vez que tenía una oferta de esa magnitud. Caminé de un lado a otro de la estancia con el nerviosismo en mis pasos, pues ese miedo a lo desconocido, ese miedo a atreverte a hacer algo por primera vez, fue lo que me mantuvo en silencio durante un pequeño periodo de tiempo en el que no sabía si iba a aceptar o no. Por una parte quería comenzar a superarme a mí misma y aprovechar cada oportunidad que se me cruzara en el camino, por otra, simplemente quería colgar el teléfono y olvidarme de la llamada. — Acepto el trabajo ¿cuá