CHANTAL Me quedé estática como una piedra enorme clavada en la montaña al ver a Zane. No le debía nada, pero de alguna manera me afectaba que él también llegara a pensar que en realidad sí soy una zorra, como todo el mundo piensa. No debería importarme. La mano de Óscar se deslizó un poco más arriba y el hechizo que Zane tenía sobre mí se deshizo. Tomé la mano del hombre e hice un par de dedos hacia atrás con tanta fuerza, que tronaron. Se quejó. — Creo que su mano se perdió, señor Coria —. Le dije con una sonrisa forzada porque no quería hacer un escándalo. No me culpen, pero suficiente había tenido con dos escándalos en internet, como para que tuviera un tercero. Me levanté de mi lugar furioso, apenas lograba controlarme. — Una disculpa. De verdad te pido una disculpa —. Su voz