Entonces, toda aquella atracción que sentía por Honey, Haarón la apartó de sus pensamientos, porque no había espacio para ello. —¿A dónde quieres ir antes de ir a mi mansión? —preguntó Honey, sin sonar pretenciosa, más bien, sin darle importancia a como lucía su majestuosa casa. Haarón frunció el ceño, pero era lógico que se quedaran donde vivía ella. Aunque, era un poco apresurado, pero todo lo que ellos habían hecho había sido a última hora, por lo que ya no importaba eso. Pero ni siquiera le había preguntado si quería vivir con ella, si no, que lo ordenada. Desde la primera vez en la tienda, se había percatado que, era característico de Honey, ordenar y no preguntar, como si su palabra fuera la ley y no aceptaba objeción alguna; eso podría significar un problema a futuro, porque no e