− No es mi culpa, tu cama es realmente muy buena… Intenté despertarme, pero ella me abrazó y, cuando me di cuenta, ya había vuelto a dormir… ¡Ni siquiera soñé! —Me defiendo, y solo me doy cuenta que elegí malas palabras cuando hable. − Pero te lo perdiste, ¿no? Ya estaba saliendo de la habitación, pero me llamaste para hacerlo, ¿cómo fue? Hmm..., lo que hacemos tan bien en los sueños..., eso fue todo..., no podía irme de aquí en silencio después de tal invitación... − ¡Estaba durmiendo, las cosas de las que hablamos en sueños no están escritas! − ¡Ay si se escriben! Si escribes ¡sí! Especialmente cuando es una petición tan astuta y sabrosa... —Lleva su boca a mi oído y susurra, luego me mira. − Pero, por desgracia para los dos, tendré que negarme. Necesito ir a trabajar. Explora la cas