La semana había pasado muy rápido, Milo estuvo buscando una casa que sintiera suya, no iba a negar que le gustaban las casas grandes y hermosas, pero no tan exagerada como en la que vivía, la había amueblado a su gusto, en realidad todo estaba a su gusto y lo mejor se sentía un lugar cálido, hogareño. Había extrañado demasiado a Maddie, había hablado con ella solo en dos ocasiones, porque al parecer sus amigos se iban a encargar de todo, pero en esas dos ocasiones todo era exclusivamente de trabajo, no había podido hablar nada de aquel beso, de eso tan bonito que había nacido en él. Su celular sonó y lo sacó de su bolsillo. —Ginna — dijo en cuanto contestó y al ver que era su amiga. —¿Cómo van las vacaciones con la loca? — Milo frunció el ceño al oírla. —¿Qué? — dijo sin entender n