Eva
Cuando termina el fin de semana, casi me da pena marcharme, pero entonces recuerdo que mamá se ha ido.
Durante dos semanas.
Si queremos podemos seguir follando literalmente hasta el día que ella vuelva.
—¿Por qué sonríes?— pregunta Adán mientras el portero baja nuestras maletas.
—Bueno, estaba pensando en que tenemos toda la casa para nosotros—. Digo mientras me coge de la mano y bajamos al vestíbulo.
—¿En qué estás pensando, Eva?
—No mucho. Sólo que deberíamos aprovecharlo mientras podamos.
Asiente. —Ya lo he considerado. He elaborado un programa.
—¿Qué?
—No quiero que te saltes ninguna de tus lecciones.
—¿Lecciones?
—Mi pequeña amante quería que la entrenara, ¿verdad?— Dice y yo me muerdo el labio.
—Sí, papi—. Le respondo inclinándome ligeramente hacia él. —Enséñame todo
