Aurora estaba tan cegada que olvidó que era a penas su primer día montando caballo, el dolor a veces ciega tanto que te lleva a lugares inimaginables.
Aurora entra a la hacienda enojada, no es capaz de ver ni siquiera a las personas que están delante de ella.
—¡Maldito William! Lo odio, lo detesto, es un vio maldito— Decía en voz alta una vez había cerrado la puerta de la habitación.
Aurora no podía dejar de caminar de un lado hacia al otro, estaba muy enojada con William, no había palabras que describieran lo que estaba sintiendo.
—Te odio William, te odio pero a la misma maldita vez te amo y también me odio por eso— se reprochaba.
Aurora tenía claros sus sentimientos, pero no podía dejarlos salir con facilidad, no iba a demostrarle a William que aún lo seguía amando.
—Tienes que ca
